La vida para la mayoría de nosotros consiste en aceptar, basicamente, que no puedes hacer lo que quieres hacer sin pagar un precio. Ahora tienes que ir al curro, ahora a hacer la compra, ahora viene el del gas porque se te ha roto algo, y nos vamos resignando fuertemente. Terminas siendo consciente de que tu vida no te pertenece, es de otros. De repente llega algo con lo que te vinculas mucho y algo se rompe, el pacto vuelve a ser tan duro como cuando tenías quince años, ¿y qué sucede? Pues que duele, duele casi tanto como entonces.