Toda la vida bloqueado en sitio en el que no quiero estar. El colegio, el instituto, la universidad, el curro de turno. Toda la vida mirando una puerta. Toda con la sensación del tiempo detenido, de espera interminable. Siempre retenido. Toda una vida de explosiones cuando finalmente el reloj se pone en hora. Todas esas carreras para vivir tiempo prestado, todo ese hacerlo con prisa, con ansia y corriendo antes de que termine, antes de tener y no querer estar de nuevo en alguna parte.
Tengo recuerdos míos en la misma situación a los diez, quince, veinte, treinta, cuarenta años. Es demoledor. Y demuele.