Una cosa que me pasa de cuando en cuando, incluso casi a menudo, es no tener nada que decir pero sí muchas ganas de escribir. Más con estas cosas de seguir la macropelícula que es un juego. Podría hablar de todo lo que ha sucedido durante un buen rato, pero por algo que se me escapa no parece merecer la pena. Quizá es que respeto las historias según de dónde vengan. Eso me preocupa.