Siempre debimos llamar ayer al ayer, y no
recuerdo. La lluvia caía, tomábamos
café, tú jurabas algo, me besabas las
manos. Yo caía, caía. Como las horas o
los sueños al despertar. Como los días
que no puedo y que sonríen sin volver
luego. Yo caía. Como el café, desde la
mesa al suelo o el silencio o la broma
del momento. Tú me jurabas algo, yo
asentía, fumaba, pedía la hora mientras
caía. Tú llorabas, llovías, de la tierra y
la lluvia el verde, y de mí y tus lágrimas
tan solo una despedida.