2. f. Pieza en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente, medio sentado sobre ella, cuando se debe estar en pie.
Hay algo extraño siempre en abrir una botella de vino sentarse en el suelo sacar letras manuscritas de versiones mezcladas con tonterías y el vino ya descorchado y servido en el vaso y los dedos en las cuerdas y estar tocando un rato y fuera, en la terraza, atardece y voy espaciando los acordes y los tragos.
La luz se extingue y me pregunto qué serían estas canciones para ellos que las hicieron, y me parece curioso hacerlo cuando ni siquiera sé muy bien qué son para mí. Como sería eso de que una tarde echaran unos acordes en un papel y una serie de preocupaciones nuevas viniese a enterrar a las antiguas.
Quizá no enterrasen nada, quizá siguieron pensando "soy un mierda" o "no lo merezco" o "qué sucede si mañana me abuchean", o lo que fuera que estuviese en su cabeza el día anterior.
Y me quedo aquí mirando por la ventana hacia el cielo ya violaceo, sanguino, apurando el vaso cantando alto afinando de cuando en cuando volviendo a tocar las mismas tres o cuatro canciones una y otra vez y preguntándome qué qué qué qué qué. Una de las preguntas es si cambiaría en algo estar compartiendo este momento, y no sé muy bien qué responder.
Hay como ganas de hacer algunas fotos, escribir unos poemas, grabar un video con todo el asunto. Quizá subirlo a alguna parte, recoger una impresión de permanencia. Yo en mi terraza cantando por Johnnie Cash para el mundo. Yeah.
La gente es gente y tiene sus preocupaciones y no siempre es sencillo coincidir en el espacio-tiempo, las redes sociales deconstruyen ese rollo y lo dosifican en tiempos y porciones asequibles. Es cierto que a veces tengo la sensación de que a esta obra de teatro le sobran críticos y le faltan actores. Pero no lo sé. Es como si significase menos porque cuando yo no esté no quedará nadie que recuerde estas tardes sentado en el suelo con un vino en la mano una guitarra y tres o cuatro canciones. Como si darle un beso ahora mismo a alguien y decirle "qué bonito, joer, qué bonito es todo" pudiera obrar el milagro de los panes y los peces. Como si pudiera rubricarlo y darle una capa de eternidad. Como si ser eterno fuera lo mismo que ser copiado eternamente por un tipo con unos vinos tocando tus canciones machaconamente.
—Vuelvo a las cuerdas.
—Ok, vuelve.