Ayer el dtta® me dijo que todo fenomenal, que el dolor que siento es algún músculo o tendón en el camino de armonizarse (sic). Te lo dice un tipo que piensas que sabe de lo que habla y automáticamente duele menos, funciona mejor, está más en su sitio. Cosas de cerebro™. He empezado un plan para no empezar más planes, porque no los sigo. Es frustrante. A partir de ahora voy a vivir al día, a subirme desnudo en árboles altos raspándome la piel con la corteza, a comer conejos crudos en su salsa de sangre que acabe de cazar de una pedrada. Hala, con eso ya he empezado otro que no voy a cumplir, este por motivos obvios. Hacer planes es una trampa que te distrae de hacer cualquier cosa que no sea eso, hacerlos.
Así que a asumir. No soy escritor no soy músico no soy poeta no soy cantante no soy dibujante no soy diseñador ni programador y es una mierda quizá pero bueno es lo que hay. Seguir haciendo todo eso sin que sea suficiente para dejar el curro —con el objetivo de tener aún más tiempo para hacerlo— no es más que uno de esos diminutos problemas del primer mundo que tiran vidas enteras a la basura, que arrastran días y días bonitos y los revuelcan en el lodo. El dios del márketing es el que más sacrificios recibe en estos tiempos. Miles de vidas lanzadas al volcán intentando que nos sea propicia una deidad que se dedica a maquillar lo que es de lo que no es.
No sé si eso es un mal presagio, pero la pinta, esa pinta…