Nadie que tenga un ápice de solidaridad (aunque para quienes lo ocupan la palabra huela a mortaja y en tanto valor humano haya sido aventada al clandestinaje), puede asegurar que el neoliberalismo sea bueno para los países pobres de la tierra, y negar, que el imperialismo -perdón, la globalización- solo ha democratizado la miseria.
Marco Rodríguez. El grito de los excluidos.