En el mundo de hoy, signado por la fiebre del consumo y el dinero, se encuentra seriamente amenazada la espiritualidad del ser humano, su creatividad , el conocimiento acumulado a lo largo de miles de años, el rico mosaico de culturas que como huella, ha conformado la especie. Algo de tanta importancia no debería escapar de la protección de las leyes. Pero los intereses económicos de las transnacionales lo han tergiversado todo. Lo que debió y dice servir de protección a la creación, ha devenido protección a la inversión, impidiendo incluso el ejercicio efectivo de los derechos más elementales del hombre, tales como el derecho a la vida, al conocimiento, a su identidad, su derecho a participar activamente de la vida espiritual de la sociedad.
En la actualidad el régimen de derecho de autor vigente no satisface las necesidades de la sociedad, ni está acorde con las posibilidades que el desarrollo tecnológico pone en sus manos. Este sistema se ha convertido en legitimador del sometimiento de la cultura a las leyes del mercado, favoreciendo con ello la dominación económica y cultural de los pueblos.
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