Y no, no es una cuestión de elegir el mal menor. Se nos presenta como la única opción viable pero no lo es. Los países que son relevantes lo són únicamente por uno de dos motivos: o fabrican barato o compran caro (en comparación con los precios a los que se ha producido). Todos compran, todos fabrican, pero siempre una predomina.
De esa visión mercantilista de la vida en general va calando la idea cada vez más extendida de que lo no productivo es superfluo y debemos deshacernos de ello si queremos una sociedad más eficaz y evolucionada. Es normal reducir la calidad de la atención en una residencia de ancianos porque se está "optimizando el servicio", bajar los salarios en una fábrica porque se está "mejorando la competitividad". El sistema es una máquina de generar desigualdad porque la necesita.
La desigualdad cumple dos funciones. La primera es la de amplificación de la riqueza, porque el dinero es sobre todo un valor relativo (el valor del que tú tienes es literalmente mayor cuanto menos tengan los que te rodean), la segunda la de encontrar esos huecos en los que producir todo lo barato que se pueda para vender después todo lo caro posible (en lo internacional se produce importa barato y se vende caro, en lo nacional los servicios y la producción que no ha podido ser deslocalizada se remuneran baratos y se venden aún más caros). No, no es el mal menor, no es el mejor de los mundos posibles. La desigualdad no es una consecuencia indeseada, controlable e inevitable del sistema, la desigualdad es el sistema. Genera pobreza y dependencia.
La gente argumenta que puedes comprar naranjas, móviles y pagar el alquiler o la hipoteca. Los que son afortunados y pueden se han convertido en máquinas de generar plusvalía a las que aspirar su salario en su tiempo libre. Puedes elegir dónde desangrarte, pero no puedes bajarte de la noria sin morirte de hambre.