Luces de estaño
sobre fondo de neón
un cartel viejo
roto arrugado desconchado medio descolgado
marcando la entrada
el paso
gente entrando a destrozarse
gente saliendo
arrastrando los pasos
encorvando los hombros
con los ojos blandos, acuosos
como delfines replegados
en las cuencas,
húmedos y fríos y apagados y
tumbados en posición fetal,
volcados tan hacia dentro que
no pueden ver
las luces de estaño
sobre fondo de neón
que rebotan y brillan y explotan
y pierden fuerza sólo cuando
nacen otras