Siempre he tenido tendencia a evitar problemas. No estoy cómodo en ellos. No soy capaz de pasar a otra cosa mientras no se resuelve. Me pregunto si podría entender el impulso que te lleva a generar un movimiento sólo porque pase algo, en un grado tal de aburrimiento vital en el que no te importa poner todo en peligro con tal de tirar una piedra en mitad del estanque.
Ser, una vez, esa gente que sólo quiere echar a rodar la bola aunque termine incluso con su dolor o con su derrota, con su muerte. ¿Merece la pena? Cuando todo termina, ¿suspirarán alegres por haber hecho lo que han hecho, por haberlo intentado? ¿No mirarán con nostalgia la negación de un montón de tardes en un sofá con un té y un libro entre las manos, un café con alguien, un paseo un atardecer, una sobremesa frente a la chimenea? ¿Quizá no?
Pensar menos y lanzarse más, entiendo.
¿Cómo se percibe la vida cuando estás en ese estado?