No he hablado mucho de los dientes porque se siente como si no hubiera mucho de lo que hablar. Me requieren tan poco diferente a lo que me requerían los míos (excepto la ausencia de dolores múltiples y movimientos de placas tectónicas frecuentes, claro) que no me acuerdo de ellos. Al menos hasta que, de repente, se produce una epifanía y soy consciente de lo que los tengo. Ninguna sensación adicional en el día a día sobre la que subrayar una diferencia. Quiero decir que no molestan, no se quejan, no dicen nada, sólo están y hacen su cosa. Se siente como si no hubiera mucho de lo que hablar por eso mismo. No requieren ningún cuidado además de cepillármelos después de las comidas. Supongo que tampoco he hablado de ellos demasiado por la mascarilla + la reclusión, esto de que con el corona siempre parece un mal momento para quedar con alguien, el cerebro siempre me pide un poco más antes de llamar a alguien para tomar algo. Si no en mí mismo, si me relacionara sería consciente de ellos en la reacción de los demás. Masticar se ha convertido en algo fenomenal, pero al ser diario se convierte en habitual demasiado rápido, no es algo que suela destacar.
Pero de cuando en cuando, de repente, soy consciente de que están ahí. Paso un rato extasiado con eso. Hoy con una manzana que he empezado a comer a bocados sin reparar en ello hasta que me he dado cuenta de lo que estaba haciendo y he sonreído para mí mismo, feliz. Maravillado. Es un poco cursi la palabra pero es así, cuando soy realmente consciente de que están ahí me maravillo. Cuando me maravillo pues eso, me paso un rato extasiado. Después vuelven a no llamarme la atención, preparando el siguiente escenario. Es fantástico. La pasta y el sufrimiento hasta que los implantes se agarraron es otra cosa, claro, pero supongo que tiendo a no regodearme con esas cosas, menos mal. La pasta parece una lucha perdida, como tantas y tantas otras. Una sociedad que no cuida a los suyos es una sociedad que tiende a ser descuidada por los que viven en ella. Si no se preocupa por mí… ¿por qué tendría yo que hacerlo por ella? Entiendo que ese es el juego de la dere, desmantelarla tanto que, al final, nadie la reclame y el mundo pueda convertirse por fin en uno en el que sólo existe la compraventa, los recursos para los que pueden pagárselos y la explotación de todos los demás. Un estado cuyo único sentido no es preocuparse por sus ciudadanos, sino canalizar contratos. Me pregunto en qué tipo de argumentario una administración eficiente implica descuidar la calidad de vida tanto de los trabajadores que dan un servicio como la de los ciudadanos que lo reciben, por qué cabe eso en uno sin que al que lo piensa le explote la cabeza de pura vergüenza. Cómo alguien puede llamar eficiente a algo en el que reducir el coste significa solamente que todos vivamos peor. Pero bueno, ya digo, una lucha perdida de antemano.
Cuando se pierde el Tao, se recurre a la virtud.
Cuando se pierde la virtud, se recurre a la compasión.
Cuando se pierde la compasión, se recurre a la moral.
Cuando se pierde la moral, se recurre al ritual.
Ahora bien, el ritual es sólo la apariencia de la fe y de la lealtad; es el principio de toda la confusión y el desorden.
Lo que es contrario al Tao pronto deja de existir.Tao Te Ching
Nunca deja de impresionarme el talud de definiciones que aparecen ahí: Tao, virtud, compasión, moral, ritual. Y lo que implican.
Lo que no tengo tan claro es eso de lo que le sucede a lo que es contrario al Tao, eso o es que estamos en una cuesta descendente tan empinada que no soy capaz de ver más allá.
Pues eso, que con los dientes fenomenal. Cuida tu boca si puedes.