Supongo que muchas veces no te planteas las preguntas porque sabes cuáles son las respuestas y no puedes asumirlas de momento: no puedes hacer nada por ellas, nada por solucionar el problema. Y supongo que por eso mucha gente termina muriéndose sin haberse dado realmente cuenta del ruido que está armando y en un estado de nervios considerable. Hazte las preguntas o no te las hagas, pero encuentra el punto en el que una cosa u otra no te vuelva loco. Encuentra el modo en el que las preguntas que flotan no te vuelvan un imbécil impulsivo, psicópata e inaguantable, acallando a gritos lo que no te puedes permitir afrontar.
Tu vida no es lo que debería en tu cabeza, de acuerdo. Asúmelo o cámbialo, pero ten la lucidez de dejar al resto de la humanidad que te rodea a salvo de las consecuencias de las batallas pendientes que no vas a librar nunca.