Sólo quería dejar constancia de que estuvo aquí y decirle algún tipo de hasta luego. Me cuesta no hacerme las preguntas de rigor, las del por qué y podría yo haber y quizá si. No sirven de demasiado. No sirven de nada, pero es imposible que no te pasen por la cabeza a velocidad de vértigo más o menos todo el tiempo.
Al principio lo sabíamos todo y no comprendíamos nada. A partir de ahí el equilibrio fue cambiando de bando.
No es fácil mantenerse ahí, en mitad de la tormenta, con el cuerpo morado de frío y aplastado por el viento, con una vela en la mano mirando la oscuridad, y convencerte de que estás yendo a algún lado. No es fácil. Comprendo eso.
Lo siento muchísimo, tío. Te echaré de menos.