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la cosa

La cosa era que la cosa estaba.

Borracho de lodo, si se me entiende, cansado después de treinta y cuatro kilómetros en bicicleta con la entrepierna irritada, después de parar en el chino y comprar cerveza, después de meterme en casa para beberla solo, en silencio, mirando el agujero de la pared que nunca ha estado ni estará allí.

Cada pedalada me jodían las piernas que me decían que la crema es tan de hombres como star wars y los campeonatos de resistencia, esquivando coches que me buscan porque no me ven (no hay mejor forma de buscar, ni de encontrar), retorcido por los pinchazos del costado que no entiende por qué le someto gratuitamente a tanto tonto esfuerzo. Borracho de lodo, si se me entiende, la cerveza no es turbia pero está llena de lodo, está llena de barro, si se me entiende, está llena de casos y cosas que no pueden dejar de ser casos y cosas en estos días en los que nada tiene sentido, excepto de algún modo estraño el tema este de estar vivo, que parece necesario.

Me paré a ayudar a la chica sin freno de atrás con las rodillas magulladas en ese camino de la dehesa, me ofreció un cigarro mientras yo sacaba las allen del triángulo para retomar con cierta seguridad su manillar en la posición correcta para no besar el suelo más allá de lo arbitrario.

– Menuda torta me he pegado.
– Ya veo, ya.

Encendí el cigarro mientras metía tripa en un acto reflejo e involuntario. Apreté la tuerca y monté, acabando el camino en un rato sin prestar demasiada atención a los gritos de mi pobre cuerpo galvanizado, hechizado por el esfuerzo de mantenerme vertical, pedaleando.

Runas, rimas y leyendas, mitos urbanos, letanías en esencia tontas que descuadran un segundo y te acercan al kaos, al kombate, a ir por ahí quemando la poca vida que aún queda en gritos, en sumas, en restas, en llantos y tragos largos.

Encaré la última recta y aproveché la acera hundida de la entrada al garaje, giré la curva y frené inclinando la bicicleta a la izquierda. Un pié en el suelo, ya es algo. Abrí de nuevo el triángulo y saqué las llaves.

Me pregunté si el chino estaría cerrado.

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