Entre el asunto del coronavirus los brotes siguen rompiendo con ganas. Tranquiliza verlo. A todo le damos igual y eso está bien.
Mientras, nosotros, enfocados y a punto, compramos papel higiénico a toneladas porque no hay nada más crítico que limpiarse el culo más y mejor que tus vecinos. Que se jodan tus vecinos. Que no se pasen de listos o les destrozas la cara con la plancha.
Es acojonante ver cómo se hace patente que siempre hemos estado a un milímetro de la barbarie. Por más tecnología, seguros, aeropuertos, helados de tiramisú y bombillas de bajo consumo que hayamos construido seguimos estando diseñados para lo mismo. La desconfianza al de justo al lado dispara el o él o yo y la aniquilación arranca de forma preventiva.
Da pena y pavor.