Te miro,
alucinado,
esperando el espejo y el encuentro
y buscas la tela del pantalón con las manos
y miras y entiendes y esperas las mías
y te las tiendo y se abrazan y reverberan luces
y te digo y te ansío alucinado en tus brazos.
Tomas mis manos como si fueran tuyas,
(ya lo son),
te doy mis manos como si fueran ya tuyas.
Es extraño pero son tuyas. Te pertenecen.
Puedes moverlas cuando y como quieras.
Tienen tu movimiento,
tu suave cadencia,
tienen tus ojos en forma de líneas de vida
que se abren y se cierran,
cuando te tiendo mis manos eres tú quien las tiende,
cuando las recoges en tu seno es tu seno el que tiende,
el que comprende que las horas solo,
los días solo,
han terminado.
Ya no importa si estoy o no en tu compañía.
A efectos prácticos es sumariamente lo mismo.
Estoy contigo.
Poema 1 de Esperándote desde siempre,
libro primero de Escrito en tu nombre.