MAFO hablaba esta mañana en Radio Nacional, alrededor de un libro de refritos (más o menos en sus propias palabras) que acaba de sacar, acerca de que los sesenta mil millones a la banca son un pago pequeño en comparación a la hecatombe que podría haberse desatado sin ellos. Que es una especie de cuota de mantenimiento de nuestro sistema financiero, y que ayudas a la banca ha habido en todos los países. Ha pedido liberalizaciones y que el estado haga sólo aquella tarea en la que destaca: preocuparse por la seguridad del sistema (pagar jueces y policías y ejecutar rescates). Le ha dado duro a que las crísis son cíclicas e —por algún designio sobrehumano— inevitables. Ha indicado que se espacian en el tiempo (¿?) gracias a las normativas con las que encadenamos a los bancos, pero justo después ha vuelto a pedir más liberalizaciones
Y así, centrándose en eso, ha evitado cuidadosamente y con mucho empeño hablar de los motivos por los que no lo devuelven ahora. Lo que hacen con sus beneficios no le parece tema de nadie, pero sus pérdidas sí son responsabilidad de todos (el mal menor, al brujero le encantaría hablar de eso).
Es incomprensible ver cómo cierta gente puede hablar desde la fé sin más argumento que la fé y ser considerado una mente preclara. Quien tiene el dinero tiene la lógica: funciona porque me hace rico, me hace rico porque funciona. Si no te haces rico es porque no rezas lo suficiente, descreído.
Te tienes que reír (porque no puedes hacer otra cosa).