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chimpancés y manzanas

La escasez hace que la gente se concentre únicamente en resolverla, y eso implica que soluciones que no son muy creibles en principio se conviertan en sólidas como piedras. Hace que los humanos tengamos muchos menos reparos en excluir a los que no consideramos de nuestro grupo (ellos o nosotros) y reblandece los criterios de lo diferente (recursos limitados).

Cuando la gente empieza a votar opciones que se basan en el odio al extraño y su exclusión, y antes que pensar en que el mundo es imbécil, quizá convendría pensar en qué situación se les está colocando (precariedad y sueldos de miseria) y en qué opciones se le están ofreciendo a cambio.

El equilibrio del mundo se da en lo que pueden seguir robándonos sin que explotemos. Todos los ajustes para uno y otro lado se dan ahí, a todos los niveles. Todo lo malo que puede suceder se encuentra justo ahí. Grupos y recursos. Si los grupos se separan y no lo hacen los recursos, pasan cosas.

nanoepifanías

Me he levantado temprano y me he metido en la bañera y venía hacia el curro y hacía frío y sol y he parado en el chino para comprar el desayuno y la comida porque ayer no me apetecía cocinar y vaya, ¡me he sentido muy feliz cuando el calor del sol en la nuca mientras saltaba la valla!, y he sonreído a la señora mayor que se ha detenido para dejarme pasar petrificada por mi ímpetu y le he cedido el paso con un gesto exagerado del brazo.

Y al montarme en el coche y al arrancar y al quitar los warnings y al mirar por el retrovisor y mientras sonaba radio 1 y hacía que el coche hiciera la rotonda he pensado que es maravilloso cuando sucede que te das cuenta de que estar vivo es algo fenomenal así, sin más, en medio de la papilla de estarlo.

es atrevida

Sucede algo también, y eso no es tan bueno como lo de caminar, después de la cuarta cerveza. Lo que sucede es que todo encaja (aunque nada lo haga), todo tiene sentido (aunque todo siga sin tenerlo), todo funciona. Me recuerdo a mí mismo sacando un cigarro del paquete, poniéndomelo en los labios, encendiéndolo con el clipper. Sucede que si hace sol y puedo salir a la terraza y dejar que me caliente, con el litro en una mano y el cigarro en la otra, todo significa algo de repente y no se pierde, no se vacía respirando una vez más. Y sucede que eso es un sucedáneo pero, en algunas ocasiones, un sucedáneo es algo y lo demás no tanto.

Sentirse vivo es un asunto puramente mental. Sucede que ya no soy un crío y estoy mucho mejor sin beber y sin fumar, pero recuerdo aquello. El sol en la terraza, la guitarra, berridos. El día a día es otra cosa mucho más regular, pero recuerdo aquello.

Cuando, sin ir a ninguna parte y sin mucha esperanza de hacerlo, unas cervezas y unos cigarros y la guitarra y algunas canciones me convertían en algo que no tiene más recorrido que el momento. Lo comprendo. Lo comprendo de verdad. Pero es que eso funcionaba bien. No salía de mi casa, nadie entraba, no abrazaba a nadie ni nadie me abrazaba, pero joder, aquello. Joder las ganas.

No es algo que pueda seguir funcionando, mejoras físicas aparte. Aquello era entonces y lo era todo, aunque no era nada. Todos y cada uno, en algún momento, dejamos de ser tan inocentes y lo sabemos. Pero el recuerdo.