Del coronavirus me está aterrorizando los demás.
Año: 2020
coronatiros
Entre el asunto del coronavirus los brotes siguen rompiendo con ganas. Tranquiliza verlo. A todo le damos igual y eso está bien.
Mientras, nosotros, enfocados y a punto, compramos papel higiénico a toneladas porque no hay nada más crítico que limpiarse el culo más y mejor que tus vecinos. Que se jodan tus vecinos. Que no se pasen de listos o les destrozas la cara con la plancha.
Es acojonante ver cómo se hace patente que siempre hemos estado a un milímetro de la barbarie. Por más tecnología, seguros, aeropuertos, helados de tiramisú y bombillas de bajo consumo que hayamos construido seguimos estando diseñados para lo mismo. La desconfianza al de justo al lado dispara el o él o yo y la aniquilación arranca de forma preventiva.
Da pena y pavor.
coronavirus, ¿riesgo o incertidumbre?
Se habla de riesgos cuando de un problema conocemos bien su origen, sus probabilidades de existencia y la cuantía de los daños que nos puede causar. Es el caso de un incendio, un accidente de tráfico, aéreo o laboral, incluso las enfermedades más corrientes. Situaciones para las que los aseguradores privados ofrecen sus servicios porque cuentan con estimaciones de probabilidades y de daños potenciales.
Pero existen variadas situaciones que no son de riesgo sino de incertidumbre. En ellas es frecuente no contar aún con una cabal explicación científica o racional sobre sus causas, o sobre sus probabilidades (se habla entonces de cisnes negros) de origen o expansión y, menos aún, sobre el volumen de daños potenciales (aunque suelan ser monumentales). En estos casos las compañías aseguradoras no quieren saber nada y solo el Estado estará allí (si no lo hemos tirado por el fregadero) para protegernos.