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sin arcilla

Me sigo peleando con la novela que ya no sé qué novela es. Tengo una historia enorme, dividida en seis. No avanzo, no me gusta el resultado. Escribo y borro, Penélope del disgusto propio. Pero empiezo a encontrarme bien ahí en medio. En el empeño. En sacar cosas de la nada. Tanto tiempo escribiendo, tantas palabras. Sólo en el nanowrimo, desde el 2009, 427948. Cuatrocientas veintisiete mil novecientas cuarenta y ocho. Tantas para nada. Menuda depuración.

Ser malo en algo no hace, por sí solo, que deje de gustarte hacerlo.

Y creo empezar a ver la orfebrería.

Odio escribir, pero amo haber escrito, Dorothy Parker.

Voy a empezar a leer lo que encuentre de ella esta misma tarde.

visibilidad

A veces hay tanta distancia entre lo que uno ha decidido creerse ser y lo que es realmente que algunos no ven más que sombras chinescas cuando se miran al espejo. Y es tal el problema de visibilidad que no lo harán excepto si algo devastador, algo como un tsunami emocional de alguna clase bestial, pase por sus vidas arrasando con todo y haciéndole replantearse todo desde lo más básico, desde lo más fundamental.

Tampoco es una garantía de que suceda. No es sencillo ver y destruir el castillo de naipes, asumir el tiempo perdido, el coste de oportunidad, la sensación de futilidad. Pero ser sincero con uno mismo es una de las pocas alegrías que realmente lo son (y la única clave que permite las demás).