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fluyan mis lágrimas, dijo el policía

Flow My Tears, the Policeman Said, 1974. Philip K. Dick.

Philip K. Dick es un autor al que he leído casi compulsivamente quizá algo más de tras o cuatro veces en mi vida, no lo recuerdo bien. Sólo recuerdo que cada vez que empezaba una de sus novelas tenía que seguir una tras otra. Siempre atraído por un misterio que no podía desentrañar, al que sólo podía asomarme fascinado sintiéndome medio idiota. O del todo.

La sociedad necesita a los locos. La sociedad que conocemos. El mundo que nos rodea. Hasta donde he comprendido todos nos resignamos dentro de nuestras posibilidades a lo que parece ser que es la vida, pero creo que casi ninguno deja de preguntarse si eso es todo. No porque sea mucho o poco, sino porque quizá… Bueno, quizá eso no agote el tema, ¿no? Quizá queden rincones por descubrir.

Un loco es un tipo que radicaliza un asunto que le obsesiona. Un loco es un tipo que nos dice cosas que nos parecen exageradas pero, al mismo tiempo… ¿no es eso probable?, ¿no he sentido yo mismo algo de eso, con una intensidad diferente? ¿No demarca una nota para que la escuchemos más clara?

Reificar, en la teoría marxista, es alienar a un ser humano de lo que lo convierte en él mismo, se traduce de Verdinglichung, literalmente «convertir en» o «hacer cosa». En la RAE la palabra, a día de hoy, no está recogida. Tengo que mirarla por partes:

Re- en la RAE tiene cuatro acepciones. Significa repetición. Significa detrás o hacia atrás. Denota intensificación. Indica oposición.

-ficar, en la RAE de nuevo, forma verbos que significan hacer, convertir en, producir.

De ese modo reificar, si ignoro voluntariamente la «i», puede significar volver a hacer, volver a convertir en, volver a producir. Del mismo modo ir hacia atrás para hacer, para convertir en, para producir lo que ya era. O hacer, convertir, producir con una marca de intensidad. O rechazar el hacer, el convertir, el producir.

En cualquier caso, lo que siempre me atrajo de «reificar», desde que me tiré casi un curso entero intentando entender a fondo «La condición humana» de Hannah Arendt, es que me parecía que la combinación de un prefijo y un sufijo sin ninguna palabra en medio a la que afectar —nunca busqué antes -ficar, siempre estuve convencido de que era -ificar, pontifice: pontificar, sólido: solidificar, estrato: estratificar. No solidoficar, estratoficar, la primera cuadra— parecía que describía un proceso general, algo que podía afectar a todo a voluntad. Un poco como si fuera re*ificar, donde el * puede ser cualquier cosa que se te ocurra.

Así, y desde entonces, y sólo dentro de mi diccionario personal, reificar se convirtió en la definición de lo consustancialmente humano. El humano reifica. Porque el ser humano, en mi experiencia después de estudiar un sistema filosófico tras otro, lo que hace es construir un mundo en el que instalarse, independiente de lo que sea que sea el mundo real, que hace tiempo perdimos la capacidad de dar importancia (que no de percibir), o de saber que la tiene excepto cuando impacta contra nosotros. No el ser humano como persona individual (aunque después comprendería que también), sino el ser humano en tanto que sociedad de seres humanos en un trance colectivo.

Si en vez de quedarme enganchado en la historia de la filosofía lo hubiera hecho en la historia me habría pasado lo mismo. El valor de las significaciones en la vida a lo largo de las distintas épocas, el sentido de la vida y de la condición humana en el transcurso de las generaciones… si todo el mundo percibió el mundo de un modo tan diferente… ¿cuál es el correcto? ¿Estaban engañados, lo estamos ahora? ¿Comprendo yo mejor ahora lo que es la vida, en general, que un griego presocrático? ¿La ciencia, que es el camino hecho sobre el que seguir haciendo camino sobre una base confiable, nos hace mejores en algo en ese sentido?

El conocimiento acumulado y testado y sujeto a revisión nos hace mejores en muchos sentidos, nos hace ir engarzando. Pero no nos hace escapar de la reificación. Reificamos de diferentes modos, eso es todo. Las bodas, las religiones, los equipos de fútbol, el cuidado (o no) de los mayores, de los niños, la inmigración. Fumar. Quitarnos la vida porque ya no la soportamos. Votar. Elegir mediante un sistema que dice ser democrático. La meritocracia en la que creemos. ¿Qué significa todo esto?

Reificamos, todo el tiempo. No paramos de hacerlo.

Construimos un mundo, le damos valor, creemos en ello. Hasta tal punto que como sociedad dependemos de él. Un loco es un tipo que puede ver las grietas y las hace patentes. Le escuchamos, pensamos que quizá, que en cierto modo estamos ahí, vemos el borde. Sentimos angustia, lo desechamos y seguimos con nuestras vidas, nos reconforta. Un loco nos reconforta. Un loco nos reconforta muchísimo.

No sabe de qué estamos hablando. Nosotros sí.

El loco es el contrapunto sobre el que nos apuntalamos en nuestra propia locura compartida, en nuestra reificación social del momento.

La novela de Dick es, de algún modo, idiota. No está queriendo decir nada, sólo mostrar cosas. No tiene ningún sentido. Y no digo que el tipo no fuera un genio, no tengo ni idea de cuál era su intención. No sé si comprendió algo pero sí sé que enseña algo.

Un tipo termina un programa con un defecto de 30 segundos. Parece que puede llevarnos a alguna parte pero no nos lleva a ninguna, Dick escribía como salpicando o como si le diera pereza terminar lo que empezaba o como si no fuera humanamente capaz de cerrar todo lo que su mente abría. O como si supiera que las cosas suceden como lo hacen y nosotros sólo estuviéramos en medio, nada importa demasiado, pero una novela es artificial, una gran mentira intencional. El tipo se reúne con su amante y en su viaje a la casa de recreo se detiene en la casa de otra amante que le reclama por teléfono, para ver qué pasa. Lo que pasa es que le tira un bicho que puede matarle. Y parece que puede llevarnos a alguna parte pero no nos lleva a ninguna. Y el tipo despierta en mitad de ninguna parte, sin papeles. Nadie le reconoce, en la comisaría no tienen informes de quién es. Lo que es sinónimo de que no existe.

Sinónimo de. Parad ahí, yo no voy a hacerlo.

Paga un dinero al recepcionista para que le ponga en contacto con alguien que falsifique papeles. Ella lo hace y lo hace bien, pero en los sueños fálicos de Dick le pide que se acueste con él. La rechaza, pasa un control. Ella está mirando y le dice que los papeles falsificados son realmente buenos. La tipa está convencida de que está esperando a que su marido detenido vuelva. Pero parece ser que ha muerto, que nunca estuvo detenido. Que un estado policial psicótico le escribe cartas para que trabaje para ellos, como si estuviera retenido en algún tipo de prisión de la que puede salir.

Un policía que se folla a su hermana melliza. Yeah. La hermana es una lesbiana a la que le mola el sado. El protagonista va y viene todo el tiempo, en medio de una y de otra vuelve a una para pasar a otra. Otra historia. Juega con las realidades que transcurren, sin poder creer a ninguna de ellas. El protagonista, que ha despertado en una habitación de hotel en un mundo que no le reconoce, salta entre todas ellas.

Pero… ¿no somos lo que somos? ¿No es lo más intrínseco a nosotros mismos saber lo que somos? Sí. En. Un. Mundo. Reificado. ¿Pero qué pasa cuando el contexto explota, si el sentido se fija en el grupo? Todo se desmorona.

El tipo juega sus cartas. Es posible que nadie le recuerde, pero él recuerda a la gente. A veces no le sirve, como en el caso del metre, maitre, lo que sea, primer garito al que llama para encontrar una rica que le dé un lugar en el que pasar una temporada. Encuentra a otra antigua amante, que tiene ya 38 años y no vale. Hablan largo y tendido y cuando le pillan y la comisaría y le dejan marchar porque quizá saquen más siguiéndole y viendo qué descubren… Todo lo que sucede son como los juegos de un crío, los desvaríos de un loco, el viaje onírico de alguien colocado.

El mundo se ha olvidado de él, pero él no ha olvidado el mundo. Llama a la ex que no le recuerda, pero él recuerda sus puntos débiles. Entra en comisaría, sale. Todo continúa delirante. Cuando sale le espera la hermana, que le droga, la hermana muere, él escapa. ¿Por qué? Bueno, pues porque sí. Y encuentra a una vendedora de cerámica mientras le intenta robar el coche y…

Los negros. Se respeta a los negros como a un animal en extinción. Al mismo tiempo, sólo se les permite tener un hijo por pareja para ir reduciendo la población. Respeto raro. En un momento dado se encuentra con uno en una gasolinera y le da un dibujo de un corazón partido por una flecha, se va. Vuelve, le abraza. El negro le invita a su casa.

Un montón de conversaciones sobre lo que Dick, el escritor en su vida, consideraba importante en ese momento. El mundo vuelve, la hermana del policía había tomado una droga que modificaba el espaciotiempo. Yeah, por qué no. Por qué batracios no. Y… todos vuelven a reconocerle una vez que el mundo vuelve.

Una conspiración política, que ya estaba faltando. Le culpan, el policía que es consciente de todo lo que ha generado, después de la muerte de la hermana con la que tenía una relación incestuosa, jura ocuparse del hijo de ambos y… ya sabéis, vivimos en un país libre, pero que no os vean.

Un epílogo en el que se nos cuenta el final de todos.

Reificación sobre reificación sobre reificación. El mundo no existe. Nos lo estamos inventando sobre la marcha.

Creo que el tipo murió cuando aquella amante le tiró el bicho. Todo lo demás es absurdo. Y sé que Dick lo sabía, que fue su modo de hablar de lo frágil que es todo.

Y sé, sé leer, que la novela sigue después, pero él se quedó allí, agonizando en una cama de hospital. Soñando. ¿Qué diferencia hay?

xmpp

Siguiendo la traducción de uno de los trabajos del evento XMPP Sprint en Dusseldorf he montado un servidor XMPP en perdiendo.org.

XMPP (Extensible Messaging and Presence Protocol) es un servidor de mensajería instantánea. En el correo electrónico puedes enviar sin problema un mensaje de gmail a protonmail o hotmail o a tu propio servidor de correo, pero en la mensajería instantánea no. Si usas telegram no puedes enviar un mensaje a whatsapp o twitter, siendo todas ellas en origen lo mismo. El caso es que centralizan en un servidor la comunicación y bloquean los demás como un modo de potenciar el efecto llamada, y los usuarios somos los que perdemos. Con XMPP puedes comunicarte con todo el mundo (excepto con los anteriores, que lo bloquean) con tan solo una cuenta, y no tienes que darle tu número de teléfono a nadie para utilizarlo.

Lo usé mucho en la temporada que pertenecí a TEST, pero la verdad es que no me he encontrado con gente que lo utilice fuera de ahí.

Dejo una lista de servidores que ofrecen cuentas gratuitas y otra de programas (clientes) con los que utilizarlas. Yo uso Conversations en android y Pidgin en todo lo demás.

Si os animáis también podéis montar vuestro propio servidor. Yo tengo montado uno en perdiendo.org, que está un lightsail de amazon, y otro en r4sp1.nl, que está en una raspi vieja colgando de un enchufe del pasillo. Pero lo tengo la apertura de cuentas abierta en ninguna de ellas. No confío lo suficiente en mis conocimientos todavía. Quedan cosas que quiero aprender.

Quizá las diferencias más grandes estuvieron en cómo configurar los subdominios necesarios (el dominio de la raspi lo gestiona dynu y el de perdiendo route 53 de amazon), algunos problemas a la hora de importar los certificados de Let’s encrypt para que prosody pueda utilizar https, abrir los puertos necesarios y… la verdad es que poco más. El manual está bien explicado y es sencillo, aunque he tenido que configurar crontab a mi manera, según lo explicaban me daba error. Pero eso es algo menor. Si termino haciendo un manual sobre todo ello terminará en r4sp1.

Lo divertido que me parece hacer todo esto y lo aburrido que me da la impresión que es hablar sobre ello.

primavera

La primavera de la liberación. Eso es lo que repetían todos, como ecos sin voluntad propia.

San tenía algo de cecina que echar al bote sobre el trébede en el fuego, y no se lo pensó dos veces. La cecina no era algo que se pudiera cenar cada día. Aquello había sido todo menos eso, un cuento que contarse para calentarse. O quizá sí lo había sido cuando empezó, pero no duró demasiado.

Los animales mugían fuera, rodeados y ateridos por el viento. Se alegró de estar dentro. ¿Cuánto duraría, unos días más? Fuera lo que fuera, se prometió disfrutarlo todo lo que pudiera. Esperó a que el guiso terminara de cocerse echando pequeñas ramitas al fuego que desaparecían retorciéndose y crepitando. Le gustaba verlas arder y convertirse en cenizas. Le reconfortaba ser capaz de provocarlo.

Añadió el envoltorio de plástico de la carne, que se derritió y se derramó entre los carbones apagando algunas brasas. Era el último y encontraba reconfortante mirar cómo se fundía mientras lo hacía.

Una vez que, era distinto.

Abrió el comunicador sólo para comprobar que seguía repleto de estática. ¿Qué demonios estaba pasando con los satélites? Pensó que seguramente nada. El clima estorbando las ondas, distorsionando y deformando la información hasta diluirla en ruido. Las piernas le ardían, la espalda se helaba. Esperaba que los demás estuvieran bien. Carraspeó para sí mismo y justo después esperó que aún estuvieran, fuera del modo que fuera. Lo dejó abierto.

Padma había vuelto de aquel viaje. Había dejado el equipo en Alfa Centauri y se dio la vuelta. Hizo lo que debía. Y cuando llegó dijo lo que tenía que decir. Y ahí se había terminado todo. Los que se enteraron empezaron a discutir sobre qué era lo que iban a hacer a continuación, a Padma le recluyeron en aquello que convirtió lentamente en un laberinto de ladrillos y el resto de la humanidad siguió haciendo lo de siempre, ignorante. A su ritmo.

Cavaron bien la tierra, desde luego. Hicieron un montón de refugios sin saber para quién los estaban haciendo. No era una pregunta que pudieran permitirse formular. Los comunicaron entre sí con galerías, cables, tuberías. En los arrabales encontraron mano de obra hambrienta más que de sobra. Para eso los mantenían.

Los ideales desembocan en el mar de la necesidad y se convierten en agua salada.

Después empezó la primavera, y durante un pestañeo pareció que había cambiado algo.

Todo el mundo comentaba a todos los demás que Padma había abierto el grifo. Que había repetido lo que ya había dicho, poniendo en marcha todo lo que sucedió después. Los meses en los que se unieron bajo un grito en común.

Tenía que haberse traído más cervezas, o haberse asegurado de que duraran un poco más. Se dio la vuelta para entrar en calor, y mirando la negrura de las paredes pensó que no hay nada que hacer cuando todo está ya hecho. La primavera de la liberación le pilló en un punto muerto, así que tuvo el tiempo para implicarse a fondo.

Escuchó el crujido seguido de voces distorsionadas. «¿San?, joder, dime que estás aún por ahí. Las cosas no van bien, necesitamos ayuda. Tenemos más heridos de los que podemos transportar. Hemos dejado a los que estaban en peor estado en un refugio improvisado, pero no teníamos viv…»

La estática volvió.

Un mes, quizá dos si se organizaba bien y se había equivocado. Quizá tres, si no le importaba pasar hambre de verdad. Quizá para entonces, si para entonces todavía estaba, se atrevería a mirar el establo con otros ojos. La despensa era lo que era. En vez de botes de conservas, de envoltorios de plástico, el veía días. Sumaba días.

Después vino todo lo demás. El Encuentro, al hacerse público, se magnificó. Nadie sabía qué quería decir eso. La primavera de la liberación, la guerra del pueblo. La causa justa de los pobres. El camino de una nueva humanidad o algo así.

Pero duró poco.

Todo dura lo que dura todo. Un mes, de repente, era una eternidad en su cabeza. ¿Por qué no?, ¿quién soy yo?, ¿por qué debería…?

«Eh, San, ¿sigues por ahí? Por favor, contesta, dime por favor que estás escuchando esto. Ayer mismo recordaba aquella vez que íbam…»

La estática se lo traga todo.

El problema es que no sabía exactamente qué hacer con los bichos. Quizá podía simplemente meterlos bajo la nieve e ir después cortando trozos de algún modo. Los cuchillos que había encontrado no tenían muchas posibilidades de enfrentarse con ello. Sus manos mucho menos. Su cerebro de ningún modo. Y se daba cuenta de que habría cosas con las que no sabría muy bien cómo tratar. Intestinos, órganos, cosas realmente feas. Quizá alguien sabría como hacerlo. Pero eso significaba pensar en, no pensar en, darse cuenta de no darse cuenta.

Se dio la vuelta. La espalda ya estaba caliente y las piernas heladas. El guiso estaba terminado. Se echó una porción en un cuenco y saboreó la primera cucharada relamiéndose.

«Espero que estés ahí, vamos de camino. Si puedes oírme mantén el fuego encendido, no importa cómo estés, nosotros sabremos qué hacer y te encontraremos. Aguanta. Estamos a unos dos d..»

Y la estática se lo tragó todo de nuevo. Cerró el comunicador. Lo conmutó a la señal de contaminación grave. Volvió a llenar el cuenco. Tragó saliva. Metió la cuchara. Escupió sangre. Una más no dolería tanto.