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adenda

Me apetecería hacer un sitio en el que cada entrada fuera una foto y un relato. Que se sugieran de algún modo entre sí, aunque sea de forma leve. Probablemente. Como una pataleta.

No hay tiempo para nada, esa es mi reflexión si se me pregunta. Y eso que yo no tengo nada que hacer. Trabajo, una siesta pequeña, caminar, hacer la cena y la comida del día siguiente, cenar, ver algo en twitch y dormir y vuelta a la rueda. Me pregunto cómo se hacen las cosas (y me respondo: dejando el trabajo). Esto es un ir meciéndose suavemente hacia la muerte, si lo despojamos de los dramatismos y lo consignamos como una simple nota descriptiva. Me pregunto cómo escribir de cualquier cosa. Pero, sobre todo, me pregunto cómo y qué escribir de esto y me acuerdo mucho de la novela luminosa.

(¿Por qué? Porque en medio suceden cosas que no sé ubicar. Buscar información sobre cualquier tema que despierte mi curiosidad en el curro, mientras camino una señora le ofrece tocar el perro a un niño con discapacidad —y el niño está contento y tiene miedo y la señora lleva un vestido ceñido al aire y me excita, y me siento un capullo por eso—, y mientras hago la cena salgo a la terraza y riego y huele a tierra, el sol se está escondiendo y tiñe todo de un rojo oxidado, escucho la radio mientras cuelo la pasta y ya huele a noche mientras saco la mesa a la terraza y las sábanas limpias huelen bien y me cuelo en la hondonadita martinromañesca que tiene mi colchón desde hace medio año y… un millón de cosas por el estilo, sucediendo todo el tiempo y extinguiéndose nada más hacerlo y no sé muy bien qué son siquiera mientras son. Es un vivir en dos mundos que se solapan el uno al otro, uno en el que no hay tiempo para que pase demasiado y otro en el que no dejan de suceder millones de cosas diminutas y preciosas que se agotan nada más nacer, que se dan y se esfuman incesantemente).

añoranzas

Al final no hubo frontera. Se quedó en una alucinación mientras caminaba. Hay WoW, pero poco. Paso los días mientras estoy fuera del trabajo concentrado en caminar, comer bien, el baile de dientes y el sueño concentrado, sin sensación de estar en guerra, sin confirmación de estar en paz. Volveré al museo poco a poco, que he andado un poco alejado y me echo de menos.

frontera

Un mundo extraño, con extraños logros en el que la gente quiere cosas que no terminan de parecer sensatas en una especie de borde de frontera (¿un desierto, algo así?, ¿una zona peligrosa que cubrir sin ayuda?) y en él la gente sobrevive enseñando a los que van a cruzar. Pero nadie puede estar seguro de si el que has elegido ha hecho el trayecto alguna vez, así que tienes que hacer un salto de fé. Esa gente, que no cruza, vive de enseñar a los que cruzan cómo hacerlo. En ese agujero compiten unos contra otros para ver quién tiene más candidatos, mejores recomendaciones, más pruebas inexistentes de que son los más adecuados, los mejores. Y los pobres que entran y salen son meros soportes de objetos que despojar, porque no volverá ninguno. Si alguno consigue cruzar no dará jamás la vuelta.