Un mundo extraño, con extraños logros en el que la gente quiere cosas que no terminan de parecer sensatas en una especie de borde de frontera (¿un desierto, algo así?, ¿una zona peligrosa que cubrir sin ayuda?) y en él la gente sobrevive enseñando a los que van a cruzar. Pero nadie puede estar seguro de si el que has elegido ha hecho el trayecto alguna vez, así que tienes que hacer un salto de fé. Esa gente, que no cruza, vive de enseñar a los que cruzan cómo hacerlo. En ese agujero compiten unos contra otros para ver quién tiene más candidatos, mejores recomendaciones, más pruebas inexistentes de que son los más adecuados, los mejores. Y los pobres que entran y salen son meros soportes de objetos que despojar, porque no volverá ninguno. Si alguno consigue cruzar no dará jamás la vuelta.