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palitos y saliva

Lo sencillo
era
dejar
de complicarse.

Pero
eso
no
estaba
fabricado
aún.

Habría que empezar de cero.
Recoger palitos.
Hacer esquemas de cómo sería en dibujos sobre la arena.
Llegar a acuerdos, establecer procedimientos.
Protocolos.
Mirarnos a los ojos y susurrar un «nunca nos engañaremos»
imposible
que salía muerto de nuestras bocas,
muerto y expelido como si estuviera vivo.

Cementar los palitos con saliva o con barro,
con lo que hubiera, darle forma sobre los esquemas
que,
entretanto,
había borrado el aire plomizo de la tarde.

Llegar a término a tiempo de ver
el resultado, en medio
de un borrón manchado de datos, costes
y beneficios.

A esas alturas a ver quién recordaba aquello de lo
sencillo.
Con tanto tiempo invertido a ver quién se atrevía a hacerlo.

Y a volver al principio.

Habría que empezar de cero.

la propiedad

¿Cuál es el primer fin de la sociedad? Mantener los derechos imprescriptibles del hombre. ¿Cuál es el primero de esos derechos? El de existir. La primera ley social es, pues, la que asegura a todos los miembros de la sociedad los medios de existir; todas las demás se subordinan a ésta; la propiedad no ha sido instituida, ni ha sido garantizada, sino para cimentar aquella ley; es por lo pronto para vivir que se tienen propiedades. Y no es verdad que la propiedad pueda jamás estar en oposición con la subsistencia de los hombres.

Robespierre, discurso sobre las subsistencias del 2/12/1792

Es difícil que un hombre comprenda algo, cuando su salario depende de que no lo comprenda.

Upton Sinclair

Lo importante es saber qué necesitas para vivir. No para sobrevivir, sino para vivir. Preguntarte como conseguirlo con la menor desviación posible, lo que desde luego no incluye un trabajo en el que vendes tu actividad nueve horas al día sólo porque tienes la necesidad de comer.

Esas nueve horas se pierden. Cuando llegas a casa estás cansado y trabajar en algo que te guste ahora es una lucha contra el agotamiento.

Si no fuera por las necesidades básicas… ¿quién podría prestarse a ser esclavizado voluntariamente?

La renta básica llegará cuando para la humanidad en su conjunto sea más importante el avance del trabajo en equipo basado en el disfrute y la curiosidad que el beneficio de los que están en posición de extorsionar a los demás con la palanca del sustento.

No será una pelea fácil, tienen un arma muy efectiva y no van a querer guardarla en un cajón sin dar guerra.

saco

La vida es como una gaita, o como un saco, o como algo así semejante que se hincha y se vacía, como un pulmón de ritmo irregular en el que cosas entran y salen.

Y es un tiburón en constante movimiento que, cuando se detiene, vive de las reservas que guarda. Las reservas se almacenan en el cerebro en forma de recuerdos y esperanzas. Y a veces hay y a veces no hay, y a veces hay pero mejor no dejar muy lejos la costa. A veces mirar atrás es un profundo suicidio y otras hacia delante es ver un maldito abismo. La mejor parte del tiempo es más sensato quedarse en el presente para no darle demasiadas vueltas a nada. Nada lo merece. Nada que merezca la pena lo ha hecho nunca. Lo que merece la pena se da y punto.

Pero a veces no hay presente y el tiburón se detiene, lateral y hambriento. El saco está vacío. Mirar hacia delante no es opción si significa oscuridad o desorientación, mirar hacia atrás no sirve de nada si significa meterse en problemas con uno mismo.

Eso parece, pero es una mascarada, tanques hinchables en medio del desierto. Siempre hay algo más allá del mareo y los agujeros, abismos y confusiones. El cerebro y sus cosas son siempre una cuestión de perspectiva, de cristales de colores con que se mira (el barroco del artificio era el mejor preparado para darse cuenta de que todo es construcción y, de algún modo, juego, del mismo modo que la caricatura comprende la realidad al sobredimensionarla hasta el límite, volviendo patente incluso lo mínimo). De mentiras que se cuentan porque alrededor hace frío y dan algo de calor, qué coño. De verdades nunca, porque la verdad ni existe ni se la espera. Todos construimos mitologías día a día, o nos abrazamos a algunas precocinadas de las que ofrecen por todas partes con altruismo interesado y tendencioso, puro mercado lanzando anzuelos fáciles que los incautos recogen y, como todo es según se mire, a veces incluso va y les va bien.

La vida es mito, los mitos nos levantan y nos hunden. La realidad es una cosa fría y sin aristas que por sí misma no significa nada, no sin la capa de cuento y mito que le superponemos más acá de los sentidos. Todos ellos, sean los que sean. Para el presente cuando el presente se detiene, el cerebro tira de reservas y mantiene o modifica el vestido. O incluso cose uno nuevo, llegado el exceso.

Vivir en tu propia cabeza en medio de un cambio de paradigma, de costuras, esperanzas nuevas recién pulidas, sacos vacíos, tiempos agotados, agostados y muertos, es una experiencia alucinógena. Algunos días parecen copias burdas y cansinas de otros que ya deberían haber dejado de ser atrás en el tiempo, otros vienen sin tener ni idea de por dónde empezar y toman el café por la noche y se duchan en la terraza haciéndote pasar frío a lo tonto. Unos viejos y fuera de lugar, sucediendo a trompicones y petardeos, otros desubicados e inventando un mundo entero sobre la marcha, mientras van sucediendo.

Así está escrito. Eso decimos todos.