El problema, como dijo el Obispo de Solsona en la SER esta semana, es conseguir que la gente acepte a dios como guía de su proyecto de vida; lo dicho: autonomía de pensamiento o sumisión.
jorgedioni
La historia de la religión católica es una historia de sangre. Bueno, pueden contestarme a eso que todo lo es en la historia de la humanidad. Y eso, seguramente y sin entrar muy al fondo por si hay goteras, puede ser meridianamente cierto. Pero lo que es igualmente cierto es que no todas las instituciones humanas parten de unas premisas tan anti violencia (y de otro detallito del que hablaré después). Aunque es cierto que la biblia es uno de los libros más gores que se hayan recopilado jamás, también lo es que los paradigmas de esta religión son apodícticamente claros en la no violencia. Y ahí termina precisamente la falta de agresividad de la religión católica.
A partir de ahí los desmanes y las sangrías serán constantes. No voy a hacer un repaso, aunque debería. Y no lo voy a hacer porque me indigna el dicho: «a dios rogando y con el mazo dando», y me indigna precisamente porque es tremendamente cierto. Pero qué se puede esperar de una institución que puede absolver un asesinato pero que considera el divorcio como una excomunión «de facto». Lo que viene a decir que a los ojos de dios es más tremendo divorciarse que matar a alguien. O al menos más perdonable lo segundo. Piénsatelo, católico, porque si te divorcias de tu conyuge estás fuera de nuestro club pero si lo asesinas… ya veremos. Podemos perdonar eso. El divorcio no. Al fin y al cabo qué suponen unos añitos en la carcel en comparación con el infierno a perpetuidad…
Esperanza Aguirre fue ridiculizada porque dijo: “Estos señores que se manifestaban deberían saber que los valores que el cristianismo ha traído a Occidente y al mundo —la igualdad entre seres humanos, la dignidad de las personas, la libertad, la piedad, el sacrificio, el preocuparse por los demás…— son todos positivos. Todo lo ha traído el cristianismo, que no se crean que lo ha traído Carlos Marx.” Y me pregunto si debo añadir algo a eso. Como poco me parece una exageración eso de decir que el cristianismo sólo ha traído valores positivos a occidente… a menos, claro, que reformulemos lo que es un valor positivo. A lo mejor nos está diciendo que la pederastia lo es, por ejemplo, y reconozco que no lo ha traído la iglesia, pero sí ha difundido su uso… o que la Inquisición repartió valores positivos por doquier que incluían el asesinato… hagamos la prueba:
Si tu alma es inmortal y tu vida en la tierra es temporal, cualquier cosa, y digo cualquier cosa, que deba hacer para salvar tu alma inmortal estará justificada, y no será propiamente un asesinato… aunque incluya de hecho terminar con la vida de tu cuerpo mortal. Qué suponen de nuevo unos añitos comparados con la salvaguarda del resto de tu eternidad (aunque no sé muy bien cómo casar esto con el «no matarás»). Esto no me lo estoy inventando. Esto ha pasado.
El gran problema de la religión católica es, y no me cansaré jamás de decirlo, el dogma de fé cimentado en la emanación de dios (éste es el otro detallito al que aludía al principio). Esa simple armazón destruye los intentos de llevar una conversación en la que se puedan debatir los puntos de interés, porque si me responden que es dogma de fé se termina el diálogo.
El problema es que si no puedo razonar con alguien pierdo el interés, y lo pierdo porque se agota inmediatamente cualquier forma de acuerdo o entendimiento que no nazca de aceptar por mi parte el mismo dogma, que como es un dogma es indemostrable y, por supuesto, no matizable ni mínimamente. Me aburro. Me marcho. Me lío un cigarro.
El resto de instituciones humanas son justo eso, humanas. Y cometen errores. Pero todas parten del ser humano y trabajan con él, así que eso es más que normal. En homilia.org, ante la pregunta de por qué la religión católica es la verdadera, leemos:
Porque es la única religión fundada por Dios mismo. Así de simple y sencillo. Todas las demás religiones, monoteístas y politeístas, cristianas y no-cristianas, anteriores y posteriores a Cristo, han sido fundadas por hombres, no por Dios.
Hay personas buenas y sinceras en todas las religiones, pero la buena intención no puede cambiar la Verdad. En realidad, en cada religión hay verdades parciales … además de muchos errores, sobre todo en algunas … pero la plenitud de la Verdad, la Verdad completa, está en la religión Católica. Además, la Verdad es una sola y lo que es contrario a la Verdad no es Verdad.
Así de sencillo, nada menos. La verdad es una sola. El principio de no contradicción: ¬ (A ^ ¬A). No se da que algo sea algo y un no-algo simultaneamente. Entonces, si la iglesia emana de Dios y sus actos emanados son contrarios a dios, estamos en un lío. En cualquier otra institución se puede decir: «es que el tipo tenía un mal día», «es que estaba con el bocadillo», «es que su hija no le deja dormir por las noches», «es que estaba confundido y no supo reaccionar». Pero no en la iglesia que emana de dios. No podemos decir «es que ordenó la muerte de los infieles porque andaba mosqueado con su mujer». Porque si emana de dios… dios ordeno la muerte de los infieles, contraviniendo su propio «no matarás».
Cualquier institución humana es falible porque el ser humano lo es. Pero una institución que tiene la prepotencia de aludir a que su origen emana de dios no puede después justificarse en la falibilidad humana. Y si lo hace, es que no emana de dios. Llevamos dos mil años persiguiendo este oxímoron y descubriéndolo sin conseguir traerlo a la luz y terminar con él.
Porque, amigos míos, si la iglesia es una institución humana es que es igual que exactamente otra cosa humana. Y entonces tiene el mismo valor que cualquier otra cosa humana. Y entonces adiós al dogma de fé. Y entonces, señores míos, ahora sí que vamos a poder empezar a discutir en condiciones.
Vamos a dejar de jugar al escondite. Si la iglesia emana de dios tenéis muchas cosas que explicarme. Si no lo hace, tenéis aun muchas más.
(Para otro post y otra conversación lo de elegir entre autonomía de pensamiento o sumisión a una verdad que nos trasciende).