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sobre lo real

Pero eso no tiene mucho sentido. Es sólo un relato.

Y un poema.

Vale, y un poema. Pero… no tiene sentido. Yo estoy aquí. Esto es un beso.

Y me besas.

Pongo mi mano en tu cintura.

Y lo haces.

Pongo mi mano en tu polla.

Y lo haces.

Esto es contacto.

Y me pegas una ostia.

Y después otra.

Y después no puedes parar.

Y me golpeas, a patadas, a puñetazos, a tortas. Estás llorando. Yo no puedo hacer nada por detener ninguna de ambas cosas. Así que recibo. Los golpes y las lágrimas.

Sigues así un rato. Un buen rato. Me miras, compungida. Me miras, llorando.

Me miras y no puedes hacer nada.

Me pellizcas.

Me haces daño.

Me retuerces un pezón.

Duele.

Vuelves a las tortas en la cara. Tengo un resorte que me devuelve siempre al centro mientras tú pegas duro, y pagas la rabia de no poder hacerme ver lo que tú comprendes de un modo diáfano.

Tengo tan poco que contarte ahora que prefiero que sigas pegando.

Aunque me beses.

Aunque me des ostias y me beses al mismo tiempo.

Y me desnudes en medio del suelo, mientras te desnudo y no dejas de pegarme.

Me sigues pegando mientras follamos.

Al día siguiente, cuando me levanto para hacerte el desayuno, ya no estás.

Las heridas, los daños, dependiendo de cómo vengan, no duelen demasiado y significan bastante.

Tengo trabajo con el betadine.

Delante del espejo, todo duele estupendamente bien.

Si el tipo del otro lado quiere hacer algún reproche, se cuida mucho en hacerlo, así que yo sigo con lo mío.

(Un trocito de Hablando sobre Bakunin, porque mis pensamientos iban por ahí hoy y acabo de llegar a casa y no tenía tiempo de escribir nada, pero quería decir algo concreto).

y la pera funciona

Y la primera foto post-limpieza, aunque no me sirve para ver cómo está el sensor… pero está bien, me lo dice el diafragma cerrado al máximo y una foto de un folio en blanco. Ha quedado estupendo, no ha hecho falta isopropílico (mi limpieza habitual hasta ahora).

Por cierto, todo desde windows… si es que no somos na, quién me lo iba a decir a mí, y el macbook ahí, tan apagaito… Y yo ya casi acostumbrado al ruido constante de lavadora centrifugando al lado de mi rodilla izquierda…

Vivir para ver.

feliz con mi pera nueva

El tipo con pelo que compró una pera para lavativas él solito.

El hecho de ser una persona con múltiples aficiones y poco dinero te lleva a situaciones raras.

Hoy he entrado a una farmacia a comprar una pera para lavativas. Así. Una tontería. Total, la pides, te vas y santas pascuas. Pero uno es vergonzoso. Hasta el extremo. Llevo más de un mes diciéndome, al principio bajito y con educación, después de forma más enérgica, la última semana con apremio y mala cara, que ya es hora de superar tontunas infantiles y enfrentarme a la farmacia y la pera de las narices. En ese lapso intenté convencer a mi madre, a Merayo y a Leti de que lo hicieran por mí… pero no cuajó. Casi mejor, un humano debe ser adulto y enfrentarse a estos traumas.

Guapa, extra-maquillada, joven, con unos preciosos ojos azules. Llega un tipo con exceso de pelo por todas partes, y le dice:

—Hola.

Dejo las bolsas en el suelo para gesticular mejor.

—Hola, ¿qué quería?
—Mire, hago fotos —su cara tiene la pinta de decir «y yo tengo resaca, pero eso no creo que importe ahora»—, y tengo que limpiar el sensor, y me han dicho (tremenda frase) que ustedes venden (en la misma línea) una especie de…

Su mirada me está atravesando la cabeza, con un poco de preocupación.

—… de… de… bolas (sic) de goma, de… peras que al apretarlas sale aire, y con eso, ¿sabe? puedo limpiar los pequeños pelitos que tiene mi sensor.
—Ya sé a lo que se refiere, un segundo.

Menos mal, me veía haciendo malabarismos para no pronunciar «pera para lavativas». Desaparece, detrás de mí la cola tiene caras, pero yo no quiero mirarlas. Reaparece por la puerta y grita «¿con este tamaño le vale?»

La pregunta, en voz tan alta y con la cola detrás, ya tiene su cosa, pero es mucho mejor mi respuesta:

—No, la necesito mucho máaaaaaaas grande.

Desaparece de nuevo. Vuelve. Me cobra. Y yo salgo de allí con un flashback de la compra de mis primeros condones en la que me acompañó mi hermana (de nuevo, literal).

Al llegar a la calle algo me ha detenido para no arrancarme con un grito de victoria.

La información sobre la limpieza me llegó de microsiervos. Me voy a poner a ello ahora mismo, para compensar el rato.

La vida tiene unas cosas…