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el avatar

poul

Siempre estamos pendientes de la manifestación del dios de turno en las cosas.

Sin eso, no habría juego.

Es la partida de siempre. Los dioses juegan a los dados, pero no tiene nada que ver con nosotros. Se apuestan sus cosas, pero no son las nuestras.

Pero a veces, sólo a veces, se envían a sí mismos dentro del tablero que ellos mismos crearon, para jugar con más impetu, supongo.

Eso es un avatar.

Una manifestación de ellos mismos en nuestro habitual tablero de juego. Todos estamos esperando los avatares, desde hace tiempo. Pero no llegan. O no los vemos.

ella sola

ella sola

Ella estaba sola, en medio de la gente, escuchando sus cascos. Ella tiene siempre esa propiedad: ella es ella en medio de cualquier parte. Yo no. Yo dependo. Ella no. Ella lo sabe. Nunca entenderé por qué tiene tanta paciencia. Nunca. No lo entenderé jamás, aunque lo admire siempre. Yo no. Yo definitivamente no.

Después, esa noche, me dio un beso, queriéndome siempre, en la cama del hotel. Nunca sabrá lo agradecido que le he estado siempre. Yo se lo diré mil veces, pero para ella no tiene valor alguno. Ella es siempre ella.

Y siempre lo será.

otra vez en medio

No sé cuándo, no sé cómo. De repente me vi otra vez metido en medio del cuento. Y no sabía cuándo, ni cómo.

Sólo que estaba en medio otra vez.

No tenía ni idea. Cuando me quise dar cuenta, estaba. Miré a mi alrededor, por si aclaraba algo: nada. Simplemente ahí, en el estado de cosas de cuando el estado de cosas. Me giré un momento para ver el sol.

No estaba.

No era un mal intento.