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caos y cosmos

«El establecimiento en una región nueva, desconocida e inculta, equivale a un acto de creación. Cuando los colonos escandinavos tomaron posesión de Islandia, landnáma, y la rozaron no consideraron ese acto ni como una obra original ni como un trabajo humano y profano. La empresa era para ellos la repetición de un acto primordial: la transformación del caos en cosmos por el acto divino de la creación. Al trabajar la tierra desértica repetían, de hecho, el acto de los dioses que organizaban el caos dándole formas y normas. Aún más: una conquista territorial sólo se convierte en real después del (más exactamente: por el) ritual primordial de la creación del mundo.»

Mircea Eliade. El mito del eterno retorno.

otra vez llueve

Llueve, y es bueno porque se limpian las calles de mierdas de perro. Aunque, por otra parte, todo apesta a mierdas de perro, a orines de perro, a meados profundamente territoriales de gato, a mierdas de gato, a mierdas de palomas diarréicas plagadas de la lepra urbana que las mutila. Menuda sinfonía olfativa. Los buenos se mojan, pero los hijos de puta también. Todos se arrebujan en sus abrigos y en las marquesinas de las líneas de autobús. Algunos hijos de puta tienen coche y no se mojan, pero algunos buenos también lo tienen. La lluvia es medianamente democrática. Hace lo que puede. Como todos.

Escucho los ensayos con Over (cortesía del ínclito Jara, ahora Fer), y me sorprende que suenen tan bien. Suenan muy bien mientras llueve. Seguirán sonando igual cuando deje de hacerlo.

Yo me arrebujo en mi conciencia, aparatosa y complicada. La última semana fue perra. Los sueños. Uno no controla dónde va por las noches, pero después se despierta, se levanta, y tiene que vivir con ello. Tiene que vivir con el contenido de sus propios sueños como vive con su cara, sus manos, sus ojos. El trabajo puedes dejarlo, cambiar, pero tus manos no. Afortunadamente ya pasó, y anoche soñé algo distinto. No recuerdo qué, pero no tenía nada que ver. Sigamos así.

Voy haciendo las letras de Over mientras escribo el post. Eso sí que es vida. Escribir, componer. Lo demás es mentira. No me importa no ser objetivo. En la vida, lo único importante es establecer juicios a priori sobre todas las cosas, decía Boris Vian en el prólogo a La Espuma de los Días.

Llueve y todo está lleno de efluvios apestosos. Que sinceridad. Aplastante.

modos de existencia

El problema es quedarte vacío, de repente. De repente todo vuelve a perder el sentido, así que lo buscas entre los platos y los vasos sucios, en el baño con el ajaxpino, barriendo el salón y el dormitorio, pasando la fregona con un producto especial para parquet. Por convicción que no quede, ostias.

Es complicado olvidar cosas que no se olvidan. Es imposible. Es vivir con ellas lo que se hace, lo que se pretende. Y, a veces, salen a la superficie. Flotan. Nadan perfectamente. Uno tiene sus mecanismos, y se van haciendo cada vez más sofisticados, cada vez más complicados, para volver a meter su cabeza bajo el agua y enterrar su cuerpo en las profundidades abisales de la mente, donde existen de tal modo que es exactamente igual que si no lo hicieran.

Hubiera venido bien un aperitivo hoy, por ejemplo. Hubiera venido estupendamente.

No es algo triste en exceso, de verdad que no lo es. Supongo que reafirma la pureza del sentimiento (vete a la mierda, tío, lo único que refuerza es su carácter quijotesco). Supongo que lustra los días (¿dices?).

El caso es que ya es más que normal. Echo de menos, canta Kiko Veneno en el reproductor.