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bucles

Tenía las manos cansadas
de estar cansadas,
los ojos rojos,
el tiempo anegado de aguas residuales
y estancadas,
la luz anudada al pelo,

los litros de cerveza aún rodaban por el suelo
mientras yo moría,
poco a poco,
contra la pared de la cocina,

nunca dejé de preguntarme cómo,
nunca dejé de decir nada,
de soñar pocas y lentas cosas,
nunca pensé que volver y volar y estar
y dejar de decir tiempo fuera
tan cansado
como estoy
y como soy

endémico de mí mismo

perdido en el azul de estar dormido
a medias
y a medias perdido

(bucle)

y rompía en espasmos
abrazado a la taza,
recuperaba el sentido
perdiendo líquido.

Mientras tanto a la noche
le dio por perder su
carácter ígneo.

Se acabó el kombate, amigo.

perdiendo

Bitácora de un perdedor nato o el nacimiento de la tragedia. Creo que estoy cogiendo impulso para poder caer más fuerte, creo que todo me sonríe porque yo sonrío ante todo para verme descolgado desde mucho, mucho más alto. Mi cumpleaños pasó, sin pena ni gloria, por estas cuatro paredes que me acogen provisionalmente y sigo dormido y sigo durmiendo y no sé por qué no despierto. No entiendo el porqué de estar dormido.

Bitácora de un perdedor nato o yo me chuzo siempre que puedo, pero cada vez menos. Cuando todo funciona menos agujeros necesitan ser tapados y menos veces hay que mirar al fondo de la taza

para ver si encuentro algo digno de mención.

Bitacora de un perdedor nato o bitácora de un perdido. Que alguien me diga dónde está el interruptor, porque no encuentro la maldita luz y necesito ir al baño.

Bitácora de todas las horas que he estado reflexionando acerca de mí mismo. Esta bitácora es un fornido ejercicio de onanismo. Me busco y no me entiendo y, en resumidas cuentas, me da más o menos lo mismo. Sigo intentando encontrarme en medio de todo esto, y eso ya me parece suficientemente divertido.

delegado/ -itis.

Lo malo de ser delegado de cualquier tipo es precisamente eso.

Que delegan en ti.

Y todos quieren pedir, porque se les da bien y es más fácil que hacer, por eso mismo delegan, joder. Si quisieran hacer ellos lo que tienen que hacer lo harían y te dejarían en paz con tus problemas, lo que ya conllevaría una extensión considerable.

Arranco los rebuznos de los restos demacrados del aparato dental que una vez llevé (me dijo el dentista: «vuelve en un par de meses y te quito ese hierrito», y desde entonces han pasado no menos de trece años y no más de quince) y hago mi trabajo, cuando estoy arriba el de arriba y cuando estoy abajo el de abajo y cuando estoy en medio pues, eso, doy vueltas, me mareo, me caigo al suelo y desde allí me dicen: «¿qué coño estás haciendo?»

– Nada, es que había visto un leuro…

Cuando llego a casa, ecco, siempre hay sitio para un ronete y un buen libro, algo de yazz y un pensamiento hermoso. Luego pasa algo y lo jode todo.