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Íbamos…

… lamiendo el
suelo sólo por el gusto de
hacerlo. Cogí un segundo
y un tercero y les
cerré la puerta en las narices,
que quedaron aplastadas y
saturadas de astillas de madera.

Vaya, seguíamos sonriendo
pese a tener los labios tan
juntos que te confundiste
y besaste con los de ambos
los de otros
que pasaban por allí,
yo te gritaba que no
y tú me pedías perdón
de esa forma tan dulce
que te sale como la miel
del corazón. Melifluas
parecían las otras
salivas en comparación con la
mía, exiguas
y, en definitiva,
tan poquita cosa,
tan indefensas,
tan indefendibles…

Yo puse mi mano en una
farola, que agradeció el contacto
y se tendió tiernamente a mi lado,
supurábamos ambos fluidos eléctrico-gaseosos
que lloraban en nuestras gafas.
En su ojo los llantos
provocaban lindísimos
cortocircuitos como
fuegos artificiales en domingo,
mi farola se retorcía de dolor
disfrutando de lo
agusto que se
abraza cualquiera
conmigo.

Tomamos unos botellines
que sonaron a cascada
en sus intestinos de
cobre y plástico,
se despidió de mí
con dos mil
voltios en mi pecho
y murió.

Caían resquebrajados trozos de yeso del
techo.

[Lectura…

… encarecidamente opcional)

Fuera de todo, fuera del tiempo del
libro, en una habitación secreta,
se habla desde otras miradas:

Entiendo,
esto puede ser
difícilmente comprensible
si no
enciendo
la mañana
y os cuento.

Esto no es
un
poema sino un relato cortado
de mis manos sangrando
(¡eso es romanticismo!)
que duele joder que duele
no quiero determinaciones
pero tengo algunas propias y
un poema no es bonito sino que
es una putada que sangra y me
sangra cuando lo leo, cuando lo
escribo, cuando tú lo lees y
te vas introduciendo en
todo
mi
marco
de
pensamiento.

En mi atmósfera mi
contexto mi perfume no
intentes declamar esto
no nació de esa manera
olvida lo que sea la
poesía y pregúntate

¿por qué muere
aquí precisamente
el
verso?

¿Qué está gritando este
bastardo?

Quizá te parezca que
sólo escribo
juntando palabras que
no necesitan significante porque éste es
vacío.
Y te equivocas.

El significante es el vacío.
Y eso,
tajantemente,
no es lo mismo que no hablar de nada.
]

Ojos y botellines

Que no tengo,
asimismo,
ojos tampoco,
que te juro que busco
unos que me
expliquen y me hagan
querible,
que me voy configurando
alado con cada desayuno
que trago,
con cada pesadilla
que asimila mi organismo.

Tomo un cenicero y
no tiene reposabrazos,
debo dejar
los míos dentro;
en estado latente siempre
fui un genio de
la lámpara del
no-estar-aquí
cuando
no-quiero-estar-aquí.

Alzo los brazos a la tierra
de tierra del suelo
y les hago brotar
flores,
flores de carne
bajo el estanque
de corrupción
que son mis propias lágrimas,
mi propio sufrimiento,
mi propio cajón,

donde duermo.