# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (759) | canciones (157) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (356) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.705) | atranques (1) |

el largo camino hacia abajo

La historia del ser humano ha estado siempre condicionada por lo que es el ser humano. Eso, la mayor parte de las veces, se olvida. Parece que lo más razonable es lo que es. Tanta gente pensando no lo hace para nada, ¿no?

¿Y qué es el ser humano? Pues más o menos esta mierda plagada de buenas intenciones, en el mejor de los casos. En otros ni siquiera eso. Lo importante soy yo y mi grupo, debilitar al resto de los grupos para que no lleguen a suponer nunca una amenaza. Esos son nuestros registros. Cuesta mucho tiempo llegar a conclusiones distintas.

El sistema sabe que está asentado sobre una injusticia, por eso existen los impuestos. El mismo sistema sabe que es injusto, por eso existen las indemnizaciones por despido. El mismo sistema sabe que no está siendo del todo justo con todos, por eso existen los días libres, las jornadas de ocho horas. La sanidad pública, la educación, la justicia. Todo aquello contra lo que lucha al que le va bien.

En un sistema de por sí equitativo no haría falta repartir nada: cada uno tendría lo suyo. Esa sería una sociedad realmente civilizada, desde luego no la nuestra. Lo material no da la felicidad, pero la falta de lo material nos empequeñece, disminuye nuestros cerebros centrados en la supervivencia. Nos volvemos tontos. Eso reduce nuestra amenaza.

Cada vez que escucho a alguien argumentando que los impuestos, que se hacen cargo de la educación, la sanidad, las pensiones, la justicia, son un robo a mano armada, me pregunto si son conscientes de que utilizar el trabajo de otro ser humano pagándolo a medias y apropiándose de la plusvalía es el verdadero robo a mano armada. La mano armada de las necesidades de los demás.

Me pregunto si no son conscientes de que el propio sistema lo sabe.

(Aunque engañarnos a todos es realmente engañar al sistema, porque el sistema somos todos).

¿Por qué no lo hacen por su cuenta? Por la economía de escala, los medios de producción de todos son más caros de lo que cada uno de nosotros puede ganar en toda su vida. Y porque tendría que asumir las condiciones. Ser el que sufre un robo no es exactamente lo mismo que ser el que roba.

Si me pagases lo que genero y no te estuvieras quedando con una parte de ello, ¿por qué tendrías que indemnizarme cuando me despides? ¿No has pagado ya mi trabajo? ¿No estamos en paz?

No, no lo estamos. No, el sistema no es equitativo. No, no somos una sociedad civilizada. Somos una sociedad anclada en cierta parte de lo humano que no es lo mejor que puede dar de sí.

Es necesario que las empresas que no pueden permitirse pagar un salario justo que permita una vida decente cierren. Y lo es por un motivo muy concreto: mientras se permita que existan constituirán una competencia desleal con respecto a las empresas que sí lo hacen.

Además, en teoría, ese es su rollo: si una empresa no es rentable cierra, otros vendrán que lo hagan mejor. Sostener a empresas que pagan salarios de miseria mediante convenios particulares de empresa o legislación ad hoc deforma el sistema.

Las empresas no están en burbujas individuales, compiten con otras. Una empresa que no paga los salarios que debería está compitiendo con ventaja frente a las empresas que sí lo hacen. Una empresa que utiliza la ingeniería fiscal para pagar menos impuestos está compitiendo con ventaja frente a otras que no la utilizan. Una empresa, una sola, que hace el mal, tiene ventaja en la competición y fuerza a las demás a hacerlo si quieren sobrevivir en el ecosistema empresarial.

Es un círculo vicioso: compramos en Amazon porque no tenemos un puto duro y es más barato, y no tenemos un puto duro porque Amazon ha tumbado los costes salariales y fiscales hundiendo a las empresas que pagaban sueldos decentes.

Es una goma que tira hacia abajo, un agujero negro. Si permitimos que esas empresas tengan ventaja estamos forzando a las demás a ir cada vez más abajo para ser competitivas.

La gente con sueldos de miseria compra en tiendas que promueven esos salarios porque sus precios son injustamente competitivos, en un camino inexorable a la miseria.

La gente no tiene culpa alguna más allá de la pura necesidad. Compran en Amazon, pagan en negro todo lo que pueden. Pero no están siendo crueles –están pidiendo ayuda a gritos. No pueden hacer otra cosa.

Si aquellos que están enriqueciéndose encuentran formas de hacerlo más aún gracias al sistema es este el que falla. Ningún estatuto de ninguna empresa tiene en sus objetivos mejorar la sociedad más allá de un reclamo publicitario, el objetivo de las empresas es ganar dinero para sus accionistas. Es la legislación el poli malo que tiene que asegurarse de que la sociedad mejora. Las leyes las hacen los políticos. Los empresarios pagan a los políticos. Eso es porque el ser humano es humano. Cuesta mucho tiempo llegar a conclusiones distintas. Esta es una guerra que estamos perdiendo constantemente.

Yo no compro en Amazon desde hace un par de años. Porque puedo permitírmelo. No hay que culpabilizar al que lo hace porque no puede evitarlo (está pidiendo ayuda), hay que culpabilizar a la legislación que permite que Amazon tenga la suficiente ventaja competitiva como para arrastrarnos a todos a la miseria.

el silencio

Valientes caminando bajo las andanadas, impasibles, avanzando siempre hacia delante sin reparar en los cuerpos despedazados a los lados.

De eso, la mayor parte de las veces, me parece que va todo esto.

Como si no importaran.

A veces me pregunto cómo puede ser que vea tantos conejos y gatos atropellados en las carreteras. Es sencillo, no importan ni media mierda. De otro modo se haría algo. Las urracas no se quejan.

A veces la respuesta, si se pregunta, es que nuestra propia ineficacia no nos permite organizarnos mejor: para poder tener ciertos beneficios como especie es necesario un cierto número de bajas. Suicidios, deshaucios, gente sin empleo a la que hacen sentir inservible, gente al margen, fuera. Las urracas no se quejan.

Otra, relacionada con la anterior, es que estamos avanzando a un lugar de cero marginados. Estamos aprendiendo a organizarnos mejor. No importan los datos.

Otra, más cruel, es que es la mejor forma de organización posible. En otras habría más marginados.

Relacionada con esta: los que no disfrutan de las ventajas del sistema es porque no se esfuerzan. Porque ellos mismos se excluyen. Dios sólo ayuda al que se ayuda a sí mismo, o algo así. La desigualdad no es un defecto sino una herramienta del sistema, se premia más al que más se esfuerza. No importa que todo lo que veas a tu alrededor no concuerde.

Como esas guerras en las que la estrategia era avanzar impasibles hasta llegar al cuerpo a cuerpo, soportando cañonazos y disparos entretanto. Gente que muere alrededor. Gente que no ha hecho lo suficiente, no ha previsto la bala, no ha sabido esquivarla. Inadaptados, vagos, ineficientes. Los pisamos si caen delante y seguimos, no son como nosotros.

Las urracas, en sus tiendas de campaña en la retaguardia, no se quejan.

at the end of the day

No se me habría ocurrido comprobar dónde está el punto y final, mucho mejor vivir ignorando eso. Estos días de calor son un poco inllevables. El único momento del día en el que es fácil dormir es cuando regreso del curro, caigo rendido en la cama sin importar la temperatura. El único momento del día en el que es fácil escribir es ninguno. Quién sabe qué, quién sabe cómo, pero hay largos ratos en los que sólo me encuentro a gusto con las palabras, pero las palabras no son del todo neutras y están hechas para hablar de algo. Puedes escribir párrafos y párrafos de palabras sin singuna intención, ellas la encuentran tarde o temprano. At the end of the day todo es lo mismo, una y otra vez, una vez tras otra y te vas preguntando dónde estabas tú en todo esto, por qué sólo encuentras fuerzas suficientes para currar y dormir: acostarte, levantarte, tomar aire, acostarte de nuevo, volver a levantarte, ir a la nevera a por agua fría y seguir. Adoro el calor. Al mismo tiempo, necesito que pase.

A veces se echan de menos los manuales, los libros de ruta, un orden de pasos. No mirar más allá, coger esto de aquí, aquello de allí, no hacer mucho más con todo ello que concentrarse en pasar al punto siguiente.

(No me engaño, los echo de menos porque no los tengo. Si los tuviera los odiaría por ello. Saberlo no hace las cosas más fáciles, desde luego.)

La mayor tiempo no tengo ninguna necesidad de ocuparme en sentido fuerte, me basta y me sobra con seguir. Tontear un libro, mirar por la ventana, pasear un rato, tocar la guitarra hasta que me duelen los dedos desentrenados. Pero hay otros en los que la falta de sucesión deshila la realidad y la vuelve desorientada. ¿Por qué tengo ganas de ir a sentarme en la taza ahora? ¿Debería? Leo periódicos, artículos de opinión casi siempre, y me fascina la capacidad de decir cosas constantemente. ¿Cuánto hay que pensar para poder escribir aunque sea un par de líneas de eso, con una vehemencia como esa?, ¿he dejado pasar algún tren, uno que no haya visto, uno que lo explique? Supongo que ha habido unos cuantos. Ni los he olido.

He puesto una lavadora a las once. El programa sólo tarda media hora. No lo he hecho tan tarde por ahorrar electricidad, es el tiempo que me queda. La luz no se ahorra, si se tiene se irradia. Me gusta cuando la gente dice at the end of the day. Siempre que lo oigo me imagino a alguien después de un largo día sentado en un porche con una cerveza masticando la realidad con la boca llena, extrayendo jugo, almacenando sentido con destino el bote al vacío que guarda bajo la mesa. Cuando termina de aplastar y machacar abre el bote, escupe dentro y lo cierra rápido para que no se escape nada. Antes me gustaba más al fin y al cabo, pero ahora ya no lo tengo tan claro. La imagen es muy potente.

A veces me cuesta empezar un párrafo y me acuerdo una frase de Bukowski que he recordado tanto y tan mal que no estoy seguro de que se parezca a lo que se interpreta que quiso decir con ella. La frase es algo así como "cuando me levanto y termino de ponerme los calcetines me pregunto: bueno, y ahora qué" (cita bibliográfica requerida). A veces pasa lo mismo con los párrafos. Vienes de uno en el que crees haber dejado claro lo que querías, pero tienes ese gusanito picando en la boca del estómago que te dice que todavía no has terminado. No tengo muy claro si lo producen las cosas que quieren explicarse un poco más o si lo hacen las propias palabras, que hechas para decir son incapaces de captar cuándo ya han dejado de hacerlo.

Una última estupidez por hoy, tiktok deberá ser recordado como uno de los grandes inventos de la humanidad. Una especie de evolución final que empezó con los mensajes de texto, siguió con xmpp y twitter y facebook y terminó en esas glosas de insignificancias. No me refiero a los virales, sino a los mensajes de gente a la que no sigue nadie y se lamenta por ello. Nunca había sido tan fácil ponerle cara a las ideas reiterativas que nos recorren a todos. ¿Por qué otro y no yo? No hay una respuesta sencilla a eso. Los humanos nos comunicamos y la tecnología nos da nuevas formas de entrar en la cabeza de desconocidos sin entrar nosotros en contacto: aséptico. De preguntarnos entre todos por qué somos tanto y por qué somos tan poco. Gente tan diferente con caras tan diferentes pensando más o menos lo mismo. Parecidas alegrías y frustraciones.

El ser humano es sus metaficciones, el recurso que consiguió conformar grupos más grandes. Y si el objetivo para dejar de matarnos los unos a los otros es expandirlas hasta hacerlas universales por mi perfecto.

Desde luego no es Jeff Bezos marcándose un salto grande y agradeciendo a sus esclavos sus méritos después de hacerlo. Jeff Bezos es un macho alfa irritante. Los machos alfas roban y originan guerras y así ha sido desde siempre.

La humanidad es un grito grande y entrecortado que pide auxilio sabiendo que no va a recibirlo sólo por la necesidad de hacer saber que lo necesita. Claro, es discutible. Se puede decir que la humanidad es su tecnología, o que es su arte, sus canciones, sus códigos. Sus grandes representantes históricos. Pero desde mi punto de vista eso no son más que más elaboradas metaficciones. No es lo que somos, es lo que queremos ser y ahí ponemos el punto de la relevancia.

Otra cosa que recuerdo tan a menudo que ya no sé si se parece a lo que fue, y que se entrelaza con el párrafo anterior perfectamente (gracias), es a Nick Hornby diciendo que lo más importante en la vida es aprender a distinguir lo que nos gusta de lo que queremos que nos guste (otra cita requerida si eso). Eliminar según qué.

Adoro el calor. Necesito que pase. A gusto sólo se escribe separado por no hacer agravio comparativo con a disgusto, ¿no es maravillosamente estúpido?