Las formas de entretenimiento son, sobre todo, formas. Esperas recibir lo que quieres recibir, es una especie de pacto, de acuerdo, de cosa programada en la que sabes a donde vas y de donde vienes, lo que necesitas y lo que esperas.
En ese sentido la tercera temporada de Stranger Things cumple perfectamente (aunque la medio dormí, pero por otros motivos). Percibes que todo sucede cuando tiene que suceder. Lo que me pregunto es cómo contar algo de otro modo si la comunicación no es unidireccional, sino que el que escucha, lee, oye, lo hace con formas en los receptores en los que encajar el mensaje que estás desgranando. Y si las formas no son las que se esperan el mensaje rebosa sin entrar, como el agua en una botella haciendo el vacío. Qué cosas se pueden contar, qué no, de qué modos sí, de qué modos nop. El mensaje no es comprendido si no se empaqueta en las formas que lo hacen reconocible, pero, además, el mensaje siempre se ve modificado en el proceso de adaptarse a las formas de expresión que lo hacen digerible.
Y eso va muchísimo más lejos, claro. Las formas en las que entendemos las historias que nos cuentan son las mismas que utilizamos para comprender el mundo, superponemos en ellas todo lo que sucede para darle la coherencia suficiente para decir que hemos entendido algo, o de otro modo: si no encajan no son cosas que podamos comprender. Anaïs Nin y su «no vemos las cosas tal como son, las vemos como somos nosotros». Lanzamos nuestras estructuras para comprender el mundo como un depredador que lanza su estómago para capturar a su presa, o todo es alimento o traeremos el estómago de vuelta vacío.