Los sofistas tienen voz sólo cuando la gente quiere sofistas, cuando la verdad que importa es la del grupo y no la del mundo. De otro modo al segundo giro de 180º todos dejan de escucharlos.
Un mentiroso sobrevive cuando el grupo pide a gritos ser engañado.
De ahí la pena con la que miras a cuatro lúcidos que aconsejan «eh, ¿pero no os dáis cuenta?, os están engañando». Claro que se dan cuenta, son tan ignorantes como tú sabio. Todos vemos lo mismo, aunque miremos cosas diferentes.