La Estación de la Calle Perdido me parecío inacabable, sólo quería llegar de una vez al final para que dos cosas pendientes dejasen de molestarme. La ciudad y la ciudad no sé si es más corta, pero desde luego se hace más corta. La historia de novela negra muy meh, con un par de deux et machina que… bueno, muy pasable raspado todo.
Pero la idea de las dos ciudades es grandiosa. Cómo el protagonista habla sobre ello (cómo describe el movimiento de la Brecha ya casi al final, por ejemplo) y cómo hace que lo vivan los personajes es muy interesante.
Es la demostración práctica de la idea que, para mí, mejor define a la ficción: en ella puede pasar cualquier cosa, todo lo que se te ocurra, no importa que sean super heroes voladores o sillas con ojos, lo único de lo que tiene realmente que preocuparse es de ser coherente. Parte de las respuestas a GoT que critican a las críticas negativas es qué puedes realmente criticar en un mundo en el que hay dragones, y lo esgrimen como si fuera el argumento definitivo. Pues no, amijo, en la ficción me monto la película que quiera, pero tiene que ser coherente, no puedo cambiar las reglas de juego cada vez que me convenga sin una razón convincente. Es una obra de ficción, no el delirio de un niño de cuatro años mientras juega. Móntate un delirio si te apetece, pero no esperes que me interese.
China en La ciudad y la ciudad se inventa un motor de juego que parece estúpido en principio, lo mantiene coherente durante toda la novela y el resultado es espectacular, por mucho que el resto no haga más que acompañar el ritmo a trompicones.