Cansado, no suelo poder escribir. No suelo, porque estoy cansado. Demasiado curro, demasiados líos estúpidos en que ocuparme. Pero siempre al final del día pienso, y no está de más pensarlo. Qué suerte. Qué condenada suerte tengo mientras todos están en el salón divirtiéndose y esperándome.
Que puta suerte.