Dicen:
No vamos a permitir que gobierne tal o cual. Cuando ganemos gobernaremos para todos los españoles.
Excepto para tal y cual, entiendo. O a pesar de tal y cual. El problema de centrar tu campaña electoral en excluir a parte de la población sobre cualquier otro concepto (que no argumento) es que si ganas tienes que seguir huyendo hacia delante. Y no, no puedes gobernar para todos los españoles si deslegitimas a los que no te interesan. Quieres decir que vas a gobernar para los tuyos, para los que son como tú, para los que tú consideras correctos. Los demás dejan de existir, pero sigues hablando de todos los españoles porque suena generoso, porque quieres dar a entender que tú, pese a todo, eres más benigno que los otros.
Jugar con el fuego de la exclusión es peligroso. Da votos porque somos seres clánicos más preocupados por lo que percibimos como la supervivencia de los nuestros que por algo así como la verdad. ¿Con qué humillación vas a reconciliar a ese segmento después dentro de nuestro grupo, o no tienes previsto hacerlo? ¿Cómo vas a gobernar para todos los españoles si grandes segmentos de la población han dejado de serlo?
Juegan con los elementos que manipulan lo emocional de nuestro cerebro, como la escasez (de tiempo: otros cuatro años de Sanchez dejarían el país en una situación irrecuperable, hay que actuar ahora), porque reacciona muy de un modo muy concreto ante ella: le provoca un efecto tunel que hace que el votante deje de percibir el resto del paisaje, o ni siquiera necesitarlo para formarse una rápida imagen de peligro y decidir una acción. La inmediatez, el combate singular, el ahora o ya será tarde. Ceguera inducida de lo falso crítico.
No hay más que sacar el mensaje emocional y repetirlo machaconamente hasta que despierte nuestros instintos. No sólo están generando división, sino que están sacando rédito político de un modo tan desesperado que es su único caladero. Es, literalmente, vivir del odio.
Y eso lo pagaremos todos tarde o temprano (será temprano). El ser humano, cuando percibe al otro como otro, se vuelve violento por mera supervivencia. El otro es, a lo sumo, alguien con quien competir por recursos, alguien que mejor si no está.