Asumiéndolo todo. No entiendo cómo pude acostarme sobre las tres o las cuatro y haberme levantado a las ocho y media de la mañana. Una leve resaca, comprobé el estado de la nave y vi que aún quedaban cuatro litros en la nevera. Qué bestias, madre mía, qué bestias. Desde lo de hace tres semanas no he conseguido dormir mucho, un par de días bien, el resto tres, cuatro, cinco horas como mucho. Un cigarro dispara la resaca, me tiro un pedo y es terriblemente asqueroso. No me tiro más.
Me siento bien por no currar hoy. Al menos siento el trabajo lejos en el tiempo, en el lunes… uff, entonces ya seré viejo. He puesto una lavadora, la primera de la semana, y ha cabido todo. Las cosas cambian. He puesto un lavavajillas y, claro, todo eran vasos y tazas, no he comido mucho. He modificado mi perfil en infojobs, ya no quiero ser lector de originales, ahora quiero ser analista de riesgos. Perfecto, perfecto, las cosas cambian y estoy solo, hay que asumir ciertas cosas. Como que ya no es tan fácil vivir en la bohemia, trabajar lo mínimo para tener el mayor tiempo posible con lele. ¿Eso es lo que quiero ser, analista de riesgos de operaciones hipotecarias? Eso, aunque no lo quiera reconocer, es lo que soy ahora mismo, aunque me estén estafando y me paguen una mierda. Cierto que curro poco, pero te la juegas en cada paso. Treinta kilos en un pis pas, que tienen que ir al lugar indicado. Ya, ya, ya… pero ahora tengo un horario cerrado, cuando llega mi hora, a las cinco, salgo. En otro sitio curraré como un pringado a cambio de tres kilos brutos al año. Mi curriculum ha quedado bien, parezco un tipo serio. Espero que no me vean la cresta. No le concedo mucho tiempo a la cresta, es como esos protagonistas que aparecen de repente en un capítulo intermedio de una serie de televisión y todo el mundo les conoce. Sabes que no van a llegar al final del capítulo. A mi cresta le pasa lo mismo.
En confrontación directa con mi curro actual, en el que quiero quedarme. Pero como ahora estoy en el mismo desorden hormonal que una embarazada en cada cambio de humor cambio el pensamiento. Uff, ahora está pegando duro la resaca. Quiero quedarme en él porque es cómodo y porque me pagan una mierda. Precisamente porque me pagan una mierda. Porque mi jefa se tira mucho y bien el rollo conmigo. Pero sobre todo por el sueldo. Le tengo aprecio al curro, pero no me es absolutamente necesario, no tengo miedo a perderlo, en cualquier mierda de sitio ganaría lo mismo, incluso volviendo a colocar vernel en las estanterías de carrefour. A lo mejor es que he leído mucho a Buck, y lo que tendría que hacer sería buscarme uno donde ganara una pasta. Pero ya sabéis que con eso de ganar una pasta nunca es suficiente, si el criterio lo pones ahí siempre hay alguien que gana más que tú.
A lo mejor esa falta de ganas de evolucionar mató a Lore, probablemente. A lo mejor esperaba algo distinto de mí, algo grande. Supongo que Qhrlhy tiene razón y yo iba encaminado (o eso parecía) a hacer algo grande, y lore ya no me admira. Puse los puntos en otra parte, porque estoy absorbiendo, como una esponja, tengo un proyecto de mí mismo, pero es a largo plazo y ahora mismo ya no importa demasiado. Puse los puntos en estar con Lore, pero no me propuse llenar el tiempo, sólo estar. Eso supongo que vicia la atmósfera. También Lore me restó mucho, sin querer, al igual que hice yo con ella, supongo. Bien pensado llevaba tiempo avisándome. Me dijo un par de veces, en otro par de discusiones leves, que teníamos que dejarlo, que sólo quería que estuviéramos de acuerdo en eso, que nos vendría bien como personas distintas y separadas. No sé que pensaba yo cuando me decía eso, supongo que sólo que ella estaba chinada y decía las mismas tonterías que digo yo cuando me chino. Pero ella medita más. Y probablemente mejor. Yo lo llevo distinto porque ahora mismo me siento acabado, como dije en otra parte, he perdido las ilusiones. Sin embargo lele las ha recuperado todas de golpe. Ahora será una chica jasp, que estudia bellas artes, curra, vive sola… un mundo por delante. Es curioso, yo estudiaré filosofía, curraré y viviré solo, pero el matiz es radicalmente distinto, porque ella tiene un montón de ganas de hacer cosas (aunque no sabe cuáles, pero eso es cosa de andar) y yo no tengo ganas de hacer ninguna. Acabado.
Ya veo el ceño fruncido de Qhrlhy, el hombre sin vocales. Bueno, tío, hoy por hoy es así. Tengo una cierta idea de que en el futuro volveré a ilusionarme por las cosas, por la música o por lo que sea en mi vida, por adelgazar, por comprarme ropa, pero ahora mismo es como si ya lo hubiera vivido todo. Empecé muy temprano, simplemente, a los 28 estoy acabado. He vivido una vida completa de ciclo corto. He probado todo lo que quise, se me acabaron las ilusiones, que a veces creo que son como las neuronas, naces con un número y durante la vida las pierdes, y no se regeneran. A los dieciséis te haces una idea de lo que deseas para tu vida, algunos no consiguen nada y se pasan toda la vida ilusionando hasta que se frustran, otros las consiguen y, con el tiempo, las queman. Otros las olvidan.
No sé quién me dijo que esto es como un ejercicio de adaptación al medio. Bueno, de momento no he perdido todos los asaltos, al menos en lo económico, en la organización doméstica (que no limpieza pulcra, pero ya ves lo que me priva ahora mismo tener la casa limpia) y tal y en otras menudencias estoy adaptado. No hablar con lele, aunque parezca mentira, parece irme bien, es más fácil acostumbrarse a que no esté cuando no está nunca. Pero no olvido que la derrota de la Armada Invencible fue el miércoles, o que esta misma mañana me he vuelto a despertar con la sensación terrible. Expliquemos:
Como dije ayer, o antes de ayer, en mis sueños no ha pasado nada, lore y yo seguimos viviendo juntos. Hacemos cosas normales de las que hacíamos siempre, y suelen ser de ese tipo de sueños reales cuya sensación, el ambiente, persiste al levantarte. De repente me despierto, feliz, o normal, y miro a mi alrededor. Veo los litros de cerveza, las latas vacías de albóndigas, la ceniza por todas partes, mi tropa destrozada por el suelo, bajas de guerra, los cuadros de lele y lo demás, y de repente me golpea la realidad. La verdad es que es como si Lore me estuviera dejando mañana tras mañana, como vivir en «Atrapado en el tiempo». Debería ponerme un post-it delante de la cara o algo así, para que fuera más rápida la disolución del ambiente del sueño. Esa es la sensación terrible.
Me gustaría llevarlo como lele quiere, porque la respeto y esto es una decisión suya. Es lo único que tiene de respetable la historia. Pero va a ser que no, que no es ese el camino para mí, de momento no puedo continuar la relación de amistad elipsando en un segundo la convivencia y el vínculo extraño de la pareja. Seguramente nos convirtamos primero en amigos que se ven poco, luego en conocidos, luego sólo en recuerdos. Pero si eso es lo que hay, eso es lo que tomo. El otro día, pensando en lo de la niña de papá y tal, que es una cosa que pienso a medias y estoy convencido de que al menos la mitad es cierto, aunque la otra mitad no, me vino a la cabeza una especie de Matrix, porque se me pira la pinza. Substituid la realidad de Sión y tal por la autosuficiencia. El mundo en el que yo estoy es un mundo triste en cierto modo, con papilla por comida, gris, en el que la mayoría de las luchas no conducen a nada por mi propio empeño en la independencia, en no necesitar nada hasta tal punto que asuste perderlo (bueno, excepto lore, eso sí que temía perderlo… ¿o no? Ya no lo sé. Ahora sí temo perderla, pero entonces…), un mundo autosuficiente de piezas intercambiables, de compartimentos estancos en los que no pasa nada si uno se anega (excepto lore, vale, de nuevo). Pero hay otro mundo, el del bucanero, en el que todas las ilusiones son posibles, una especie de matrix. Lele sin el bucanero no va a ganar en otra parte 300.000 pelas (entre sueldo, coche, casa, gasolina y todo lo demás) por meter cartas en sobres y echarlas al correo, por escanear fotos y hacer de chico de los recados de los búlgaros en la furgoneta, enlace entre la nave industrial de roberto y el almacén del garaje de su casa (y eso lo he vivido: «traeme grapas», «tráeme cola blanca», y así toda la mañana, porque el bucanero no se organiza, por una cuestión de incapacidad severa). En otra parte no, pero ahora sí que las gana, echa cartas, lleva documentos al gestor, escanea, por las mañanas de diez a una. Cuando empiece la facultad menos horas, porque hay que ir a las clases. Y el mundo del bucanero es mucho más bonito, es una especie de matrix, como dije, en el que si quiere una furgoneta nueva la tiene, si quiere una casa en el centro de Madrid la tiene, si quiere ahorrar puede, si quiere no ir a currar no va.
La pastilla está en la autosuficiencia. Lore extrae del bucanero ese mundo repleto de posibilidades, pero el problema de matrix es que genera una relación de dependencia. El tío del bigote de la película vuelve por un filete, y no quiere recordar nada del mundo real. Sabe que el filete no existe (que no puede ganar 300.000 pelas en realidad) pero no le importa. Quiere olvidar el otro mundo, porque la autosuficiencia (la realidad, en matrix) es más fea, mucho más fea y desazonadora. Había que pagar un precio por entrar en matrix de ese modo. Recuerdo que la última discusión, aquel domingo, fue por la cámara digital de la ostia que le iba a pedir a su padre porque no le había regalado nada por su cumpleaños, alegando que si se había olvidado al menos que le doliera en el bolsillo. Yo le dije que me parecía incluso bien (porque me da igual) que su padre sólo sepa demostrar amor con dinero, pero que me parecía un horror que encima lore entrara a ser partícipe del juego, que ella también cifrase la relación de ese modo, entre otras cosas porque ella siempre había estado en contra de hacerlo. Discutimos, y me dijo que tenía razón. Pero llegó e hizo las maletas. Es cuestión de qué pastilla te metes en la boca.
Podéis decirme que el ordenador desde el que escribo esto es de Roberto, del bucanero. Es cierto, y la nevera es de una tía de nano. Cojo cosas cuando la gente quiere tirarlas, el ordenador, la nevera, la cama de vic y leti, la tele, el video de mis padres, las sillas, la mesa del salón… un largo etcétera. No parasito, más bien soy un carroñero, un consumista de segunda regional. O un reclador, si lo queréis hacer más romántico. O una rata en un vertedero, si lo queréis hacer más feo.
Pero ahí hay un punto que para mí es muy importante, un punto de autosuficiencia difusa, o como queráis llamarlo. No me importa una mierda que mi casa no sea una fulgurante estrella del diseño, me gustan las cosas que se pueden joder, porque las cosas se joden con el uso. Supongo que ni siquiera quiero atarme mucho a las cosas, así que prefiero que sean útiles antes que intocables. No le debo nada a nadie económicamente. En lo demás les debo un huevo. Me mantengo yo solo con mis compartimentos estancos.
Ojo, y esto va muy en serio, no digo que uno de los dos caminos sea mejor que el otro. Es cuestión de qué pastilla te metes en la boca. Y de lo que estás dispuesto a asumir por ello. Para lore la dependencia brillante repleta de posibilidades, para mí la independencia difusa, pero con papilla por comida. Para lore la casa de roberto que sigue siendo de roberto, para mí la tele de no sé quién del curro que es sólo mía, aunque tenga que poner encima un mechero, y encima una caja de cartón, y encima un cd, y encima un lápiz haciendo presión con la estantería de arriba, porque si no lo hago algo no hace contacto y pierde el sonido. Claro, a mí mi pastilla me parece mucho más bonita en cierto modo y mucho más jodida en otro, pero es sólo una opinión. Y yo soy un tarado, no se puede olvidar eso.