«Por otro lado, sin embargo, el Ser es en esta filosofía absolutamente necesario e infinito. ¿Cómo puede tener tales determinaciones a la vez que su propia realidad entraña la de lo finito y lo (relativamente) contingente? Es ello posible por la transcendencia lógica de lo Infinito: un ser infinito es tal que posee propiedades mutuamente opuestas en grados que normalmente serían incompatibles, e.d. en grados tales que sería incompatible la posesión simultánea de esas propiedades en esos grados por un ente finito.»
Lorenzo Peña. Dialéctica, lógica y formalización: de Hegel a la filosofía analítica. Cuadernos Salmantinos de Filosofía vol. XIV, pp.149-171, 1987. ISSN 0210-4857
Casi siempre recuerdo la frase de Sartre que decía, más o menos: la vida consiste en la elección del propio ser, y esta elección es absurda. ¿Absurda por qué? Pues claro, absurda considerada en términos absolutos. Cualquier objeto o sujeto susceptible de elección pierde toda dimensión absoluta, o el en sí mismo que siempre intenta buscar todo el mundo de sí mismo y de lo otro. Lo que parece un poco extraño es que Sartre ande todavía pegándole patadas al tema de los universales, pensé que la victoria de los nominalistas (no hay realidad que corresponda a conceptos abstractos) era larga y fecunda. Si los universales son meros nombres, siempre están sujetos a convención: por lo que lo absoluto o ha muerto o existe de tal modo como si no existiera de ningún modo para nosotros. Lo cual, en términos fácticos, es lo mismo.
Lo realmente cachondo de la dialéctica es que, en teoría, la contradicción en el proceso dialéctico se resuelve en un nuevo ámbito que vuelve a entrar en conflicto en un nuevo e inagotable proceso dialéctico.
Aunque quizá no sea así, quizá abandonemos la discusión, pero no sus parámetros. Quizá pese a haber abandonado los universales seguimos respetando los márgenes del juego. Y eso es tanto como no haber comprendido nada.
Nos cuesta aceptar que no hay referentes. Los buscamos en la teoría de la evolución, en la biología, en la química, en los dogmas religiosos. Cuando miro a mi alrededor empiezo a ver puro software por todas partes.
Qué frío. O qué calor, si me lo digo. En la trasera de la caja del juego de la verdad se definen circunstancialmente los parámetros del absurdo.