Como te estaba contando quedamos para grabar canciones o lo que surgiera Ortondo y su hermano, Ángela, jara, Cisneros, Roy, Ledia, el galego y yo, pero al final el galego dijo que no podía venir y fue casi místico, porque jara hizo lo mismo y definió un número par en las faltas, que es menos personal pero más redondo y, supongo, perfecto. Como te dije cuando te lo dije no echamos de menos a nadie aunque faltaban todos, y eso te lo digo para enmascarar que echamos de menos a todo el mundo pero, aún así, nos lo pasamos de puta madre. Ángela hizo de fotógrafa y tiró casi cien fotografías de las cuales habrá que tirar a la basura tres o cuatro, a lo sumo. Me las he visto putas para escoger una que subir y al final lo hice porque sí, sin pensar, que es como las cosas deberían ser siempre, o casi siempre, o al menos cuando no deberían ser de otra manera. Todo estuvo rulando bien y bien engrasado y sin trinos mecánicos ni chasquidos, pero como siempre sucede en domingo (y en el resto de días de la semana) al final todo el mundo se fue acordando de quién era y nos abandonaron por la cama en mayor o menor medida hasta que sólo quedamos ángela, el cisne (que es el-de-la-dory y/o cisneros) y yo.
Jara tuvo una movida y casi pasa un desatino cruel y brutal porque vivir en pareja no es fácil, no es nada fácil y a veces se confunde la falta de novedad con la falta de amor, y aunque son cosas ambas muy jodidas te juro que no son lo mismo. Yo me siento bien por vivir sólo porque me ahorro las broncas pero, qué quieres que te diga, me jode carecer de los abrazos, que es el contrapunto o el yang visible y manifiesto que duele cuando pienso que los abrazos eran tuyos y que esos precisos abrazos cotizan bien alto en mi dow jones emocional o catárquico o sentimental o visceral o alma concupiscente, que diría el platon, un verdulero del ahorramás al que le faltó nacer en grecia siendo apoderado y estando bien surtido de esclavos para llegar al agora autónomo y en condiciones de igualdad con el resto del mundo libre y civilizado. Además y sobre todo el hecho de que no haya leído jamás a Platón me hace pensar que es una sincera alma reencarnada, lo que no es poco.
Y ahora que todos se fueron pues qué quieres que te diga, mi niña, me quedé con una botella de lambrusco en plena circunstancia creativa y me puse a componer, canciones tristes que hablan de lo perdido y canciones tristes que hablan, sobre todo, de lo no-recuperado. Porque qué quieres que te diga, un polvo es un polvo y uno no va a rechazarlo cuando la parte contratante de la segunda parte lo merece y lo estima conveniente, pero no es en suma lo mismo ni de igual modo igual de significante.
Al final qué quieres que te diga pues que prefiero vivir solo porque si quiero alguna bronca en mi vida seguro que es alguna tuya (tendré que tirar de archivo) y en caso negativo, o de negativa cruel hacia o sobre el tema de tener las tuyas, pues prefiero no tener ninguna. Que las otras broncas no tienen un ying visible y, en suma, discutir por nada es tontería.
Duerme bien, mi vida.
P.S: Debido a nuestra circunstancia personal, que es la de la más absoluta distancia, te escribo esta carta a través de dos docenas de hospitales, varias centenas de quioscos y muchos y muchos bares. Me encantaría depositarla directamente en tus manos, pero debido a lo innombrable debo dejarla aquí y de este modo, sembrada en una red fría compuesta de cuerpos calientes cada uno en su casita y en el cobijo de sus personalidades escondidas. No sé a dónde dirigirla porque de ti no tengo ninguna dirección física, pero si alguna vez te llega agradecería una contestación sana y no enfermiza, siempre en la medida de lo posible y de lo humano, aunque el concepto de lo humano está un poco desdibujado desde el descubrimiento de los hobbits en una isla aislada (entonces) de java y no es menos cierto que ya dijo nietzsche en «humano, demasiado humano» que… Bueno, tú sabes.
De cuando en cuando tuyo,
Miguel.