Más o menos llevo toda la vida escribiendo. Poemas, canciones, exámenes, cartas (cientos de ellas). Por eso parece que es sencillo hacerlo. Mi padre se empeñó en enseñarnos a escribir a máquina, y el teclado es la extensión natural de mis dedos.
Pero dar forma a una historia es otra cosa. Me cuesta un horror.
Agradezco, por supuesto, todo lo que tengo a mi favor, pero sigue siendo muy complicado. A veces creo que tengo cabeza de espectador. Puedo evaluar, pero no crear.
Aunque es divertido pelear contra ello (o intentarlo).