A veces suceden cosas impensables e inexplicables que hablan de la buena intersubjetividad del buen Kant. A veces tienes la sensación de que los seres humanos, como él pretendía, comparten unas estructuras comunes que facilitan enormemente la comunicación, que la hacen intuitiva, sencilla, efectiva. Que eluden de algún modo y en algún punto el solipsismo. A veces recuerdas lo que era un beso elemental que no se pretendía más que a sí mismo. A veces te parece que, aunque nada tiene sentido absoluto, es emocionante emocionarse con los relativos.
No sabes, dudas, tienes miedo. Padeces y sientes. Te emocionas y echas el freno de mano. Miras a tu espalda y ves espectros del pasado, haciendo muecas con los dientes. Recuerdas a Hank:
«Deslízate» (está en la bitácora, en alguna parte…)
Recuerdas «El club de la lucha»:
«Deslízate» (también está por ahí).
Dioses y hombres en un mismo callejón. Malditos, plenos y vacios, intensos y secos, vivos, muertos, rotos, enteros. Carne y luz y silencio y perplejidad en el callejón. Deslízate.