4.
La ciudad despierta con las
bocas que huelen a café con leche
y el sonar de las puertas de los quioscos
que abren.
El metro tiene túneles que
son las catacumbas del pobre que
suspira y reza por un coche. Cada
cual tiene su credo
y hay una cafetería donde tomar un café
decente y recomponer medianamente
lo necesario para llegar a casa sin
más tropiezos que los inevitables y
hay un ascensor que evita las escaleras
y hay una llave que abre la puerta y
hay una cama donde tumbarse
y hay en ella unas sábanas sucias y
enormes donde secarse las
lágrimas que empiezan a
salir a borbotones.