1.
Y…
bum, bum…
ya estoy dispuesto y enlato
mi soledad para que
no incordie
y me voy de bares
a conocer gente
donde la gente anda.
Las esquinas tienen
ángulos multicolores
que son los caminos
que empiezan y van a alguna
parte donde puedo estar
en un rato
si me da la gana.
Y los bares son habitaciones con
barra y cámaras donde la
autocompasión se vende a
700 pelas —gracias, Goyo—
y los servicios casi siempre
huelen mal y están regularmente
sucios.
Y los pensamientos allí
cobran formas diversas y algunos
desaparecen y otros
se vuelven importantes cuando
la rubia del fondo te sonríe y tú
no sabes que decirle,
y parece necesario tener buena ropa
porque la presencia es precisa
y las ojeras despistan
y los sueños deben dejar hueco a las
ilusiones cuando la rubia del fondo
se levanta y te pide una cerveza.