Yo he ido a currar enfadado, como cada día. Lorelay me quiere mucho últimamente, pero ni con eso nos llega para animarme. Entre el divorcio de mis padres (él 63, ella 55) y los malditos exámenes y que no termino de ganar un premio de novela y que el Prodigioso Circo de Pulgas no termina de volver a juntarse para dar un concierto, me cuesta obligar al aire para entrar a mis pulmones.
Conversaciones…
Hoy he estado hablando con mi padre, ha venido a verme a casa. Siguen viviendo juntos pero no se hablan y parece que la cosa avanza, así que mi padre ya no sabe ni lo que quiere. Ya no sabe si se fia, si no, si ella hace bien, si no, si se porta correctamente o si está, después de más de treinta años, intentando timarle. El caso es que él se ha tirado, junto a ella, treinta años llenando una casa y una familia y ahora está a punto de perderlo todo sin saber muy bien el motivo. Una conversación dura.
Hoy he estado intentando hablar con mi hermana, que no estaba en su casa (para lo jóvenes que somos, estamos muy bien independizados) porque ha quedado con Lorelay para ir a un concierto de Carlos Chaouen. Me he quedado sin consolación. Así que…
Hoy he estado hablando con Fito, que es el percusionista de El Prodigioso Circo de Pulgas. Le he dicho que basta de silencio y que tenemos que reventar escenarios de nuevo. Me ha invitado a una cerveza telefónica y hemos quedado en hacer efectiva la cerveza dentro de dos viernes, cuando ande un poco más relajado de mis exámenes.
Hoy he estado hablando con Oscar, guitarrista de El Prodigioso Circo de Pulgas. Al saber lo animados que andábamos Fito y yo se ha animado a las cervezas y a tocar en una alcantarilla, si se presenta la oportunidad. Eso me ha animado pero unas cosas y otras han terminado por desgastarme un poquito.
Hoy no he hablado con Leti, voz femenina del Prodigioso Circo de Pulgas, porque estoy cansado y medio roto y cuando hable con ella necesito transmitirle alegría e interés. Ahora sólo podría decirle: «oye, que volvemos a tocar». Y no quiero decir sólo eso.
Así que estoy esperando a Lorelay para romperme del todo y notar el consuelo de una mano amiga, que no está de más en casi ningún caso.
De momento, y para hacer tiempo, me pondré a estudiar a Joaquín de Fiore que es lo que más me apetece, seguramente, en este caso.
Cervezas, música y literatura.
Cómo odio a la jodida vida a veces. Espero que se porte mejor a partir de este segundo.