Enano 1 trocea un limón con las manos. Regularmente se chupa los dedos y se provoca un leve espasmo gnoseológico. Está preparando pollo al limón. No ha comprado pollo, así que intenta un limón al limón.
Retuerce trozos amarillos y le añade pimienta, tomillo, orégano, hiervas provenzales. Con una cucharilla prueba la mezcla de limón al limón.
-Hmmm, ¡qué rico!
Enano 2 (más conocido por «dos», a secas) entra por la puerta. Suenan aplausos y risas de bote. Se quita el sombrero de enano deshollinador y coge una enanocerveza de la nevera.
– Hola, cariño, ¿qué tal el día hoy?
– No me hables, escoria. No me hables. No te perdono.
– ¿A qué te refieres?
– Me refiero a todo.
– Como no seas más explícito…
– ¡No me jodas con tus pseudofilosofías, no quiero ser explícito!
– Yo no quiero ser enano.
Se escucha un tremendo «ohhhhhh» de bote. Enano 1 y Dos se abrazan y miran a donde debería estar el techo. Sólo hay focos, y ambos se quedan ciegos. Dan tumbos, rompen algunos cacharros, se lesionan las enanoespinillas, se magullan las caderas. Al final, cansados, se sientan.
– ¿Qué hay para cenar?
– Limón al limón.
– Hmmmmm, ¡qué rico!
Se apagan las luces, empiezan a tronar los aplausos (de bote). Títulos de crédito. Avance del próximo capítulo. Publicidad de la enanocerveza.