«No me lo agradezcas -dijo Colin-. A mí lo que me interesa no es la felicidad de todos los hombres, sino la de cada uno de ellos.»
Boris Vian. La espuma de los días.
Es perfectamente normal, cada uno toma sus ritmos.
Como cada día me levanto, tengo el tiempo justo para ir al trabajo, tomo un café, me pego una ducha y salgo pitando. Lo único que quizá descuadra un poco la normalidad es que me he levantado a la una. Lo único infrecuente (que no raro) es que mi horario de vigilia es de 13:00 a 05:00. Siempre hay algún sitio donde ir de noche, o algo que leer. Sobre todo siempre hay un té o una cerveza y la guitarra o la novela o los relatos o el libro de poemas que escribo. Al principio me resultaba agobiante carecer de mañanas.
Pero hace poco comprendí que por las mañanas lo único que hago es perder el tiempo.