Hace algún tiempo, como soy un lince, me barruntaba que le estaba pasando algo a los brotes de hierbabuena que cogí de casa de Mary, pero como soy nuevo en estas cosas y todas las enormes hojas que tenían cuando los traje se estaban jodiendo al cortarlos de la planta original, pensé que no era algo preocupante. Como vi que le habían salido brotes nuevos por arriba me animé a cortar las hojas viejas y dejar sólo las nuevas. Y hoy, al ver que estaban también agujereadas, conseguí llegar a una edificante y sorprendente conclusión: tenía un gusano.
Como conclusión estaba perfecta, pero no conseguía verlo. Hasta que, camuflándose en la forma de una hoja nueva aún sin abrir, hoy le vi mientras «paseaba» mis brotes al sol en la terraza (les cuido como si fueran la misma vida en un vaso de Ikea). Son tantos cuidados que me dio un poco de rabia, la verdad, y le quité con un tenedor de la hoja que estaba comiendo y le tiré al suelo. Donde se quedó muerto. Pero yo sabía que no lo estaba, no podía estarlo, no le había hecho daño, y la caída aún menos. Se quedó en el suelo inmóvil al menos media hora, y yo me quedé vigilando por si un pájaro avispado quería comer algo y le daba por la carroña. De repente, después de esa media hora, comenzo a moverse y se fué a la siempreviva, de donde no va a sacar nada.
Pensé en matarlo mientras iba de camino del suelo a la siempreviva, pero por supuesto no fui capaz, soy una nenaza. Lo que me pregunto es si en algún momento podrá darse cuenta de que estando en el desierto tiene el paraíso justo al lado.
Sé que se dará cuenta más pronto que tarde, sólo espero no arrancarlo con el perejil cuando esté cocinando algo. No por la sorpresa, sino porque está bien que esté ahí mismo, hinchándose a comer, y entre tanto verde me preocupa hacerle daño sin querer. Ahora mismo me siento bien, mis brotes de hierbabuena vuelven a tener las mismas exiguas posibilidades que ya tenían antes del gusano, pero no menos, y éste va a tener tanto que no va a saber a qué hincarle el diente. Supongo que no debo preocuparme, si ha sobrevivido dos semanas manteniéndose alejado de mi vista pese a estar en uno de los cuatro tallos que yo casi no paraba de mirar sabrá esquivarme cuando arranque el perejil.
Respect, colega. Echa el resto.