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la asignatura de religión y la libertad

Cuando [el PSOE] dice que va a revisar estos acuerdos no quiere decir que va a quitar el derecho a los españoles quiero entender que se haría de otra manera (…) Lo otro sería retrotraernos, retrocedernos a momentos, a épocas en las que el Estado ha atropellado el derecho fundamental de la libertad de enseñanza y de libertad religiosa.

Martínez Camino en una entrevista a la cadena Cope, recogido en El País.

Hay un discurso que se da últimamente al respecto de este tema que me está tocando la fibra, y es el de la libertad metida de rondón cuando aquí no tiene nada que ver.

Si sólo existieran dos opciones, ser católico o no, el hecho de que hubiera dos materias en la educación para cada una de ellas no estaría mal del todo, y cercenar una podría ser interpretado como un atentado a la libertad. Pero lo cierto es que hay multiples opciones además de esas dos, puedes ser budista, musulmán, perteneciente a la iglesia jedi, judío, zoroastra, bahai, hinduísta, shintoísta, taoísta, puedes pertenecer a alguna religión africana o ser protestante o hunogote o yo qué sé, arriano. Me pregunto por qué, si consideramos que las diferentes preferencias de pensamiento en lo espiritual deben tener sitio en la escuela pública, deberíamos primar a la religión católica sobre todas las demás, estando como estamos en un estado aconfesional (aquel que no se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto).

Creo que en un entorno democrático no parece muy lúcido darle prioridad a una opción sobre otras, porque precisamente no es muy democrático. No lo es en absoluto.

Al haber tantas opciones y tan personales lo que parece menos excluyente para todo el mundo es garantizar una educación en la que las opciones religiosas pertenezcan al ámbito de lo privado, es decir, de lo que se aprende y forma en casa y en los lugares específicos de culto, debido a la imposibilidad de recogerlas todas (aunque esto sí podría hacerse en una asignatura de «historia de las religiones», en la que se entrase en profundidad en todas a lo largo de todo el proceso educativo; la historia del pensamiento, en este caso el religioso, es importante porque nos habla del marco conceptual de una sociedad). En el colegio, por otra parte, deberían estudiarse las obligaciones y derechos del ciudadano, porque independientemente de la religión que sintamos como nuestra todos somos ciudadanos.

Mis hijos no podrían estudiar la bibliografía de Terry Pratchet en el colegio, y eso que para mí es toda una religión, y no por eso se me ocurre clamar que están cercenando mi libertad. Estarían haciéndolo si prohibieran la circulación de sus libros y su lectura. Hay gente para la que el fútbol es toda una religión y no por eso montan en cólera cuando se enteran de que su hijo en el cole no puede estudiar 1º de Mourinho, aunque más que probablemente empezaría una revolución si prohibieran los partidos o su difusión. Nadie coharta la libertad del creyente católico ni sus derechos, simplemente en democracia debemos consensuar que lo público se destine a todos.

Algunos afirman que somos un estado aconfesional pero que históricamente la religión católica siempre ha sido muy importante en nuestra cultura y por eso debe enseñarse en la escuela. Así es, pero como empezaba el mismo argumento ahora somos un estado aconfesional y esto no puede portarse como una pegatina, hay que actuar en consecuencia con ello o volver a ser un estado católico, porque no se puede (ni se debe) llevar un nombre y comportarse como otro. No es serio ni coherente.

Camino dice: «Lo otro sería retrotraernos […] a épocas en las que el Estado ha atropellado el derecho fundamental de la libertad de enseñanza y de libertad religiosa», y es un despropósito tan grande de frase que no sé ni por dónde trincharla primero. Por una lado no se está persiguiendo al creyente de ningún modo y este puede darle uso a su culto en la calle, en la iglesia y en su casa, tampoco nadie le impide llevar símbolos cristianos ni rezar cuando y donde así lo quiera, no se está «atropellando» ningún derecho si no se imparte religión en el colegio. Por otra parte ya hemos visto que hay una plétora de confesiones para las que no reclaman ninguno de los derechos que, sin embargo, reclaman para sí. Y es que es obvio, la iglesia católica no es democrática en ninguna de sus estructuras y estamentos y no sabe convivir con ideologías diferentes a la suya propia, ya que al sentir que poséen la verdad absoluta inmediatamente el resto del mundo pasa a estar absolutamente equivocado.

Y por último no es un asunto de libertad cercenada, lo que están buscando es una preferencia sobre los demás ciudadanos, no la igualdad con ellos. No buscan la igualdad de los católicos frente al resto de la sociedad, sino la preponderancia de estos. ¿Por qué, si no, pedirían un derecho que sólo beneficia a unos cuantos frente a todos los demás (que los católicos puedan estudiar su religión en el colegio frente a que todos podamos estudiar nuestra religión en el colegio)?

No, no es igualdad lo que piden. Tampoco es libertad democrática. Quieren la posición de preferencia que sienten que tienen por creer en lo que creen. Será cosa del resto de la sociedad darles la razón o no, en función del marco democrático que hemos construido para vivir en comunidad.

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