El 18 mi telefonín cumplió un año y medio, y lo sé porque se me acabó la permanencia con Orange, en ese sentido soy oficialmente libre. Así que lo celebré instalándole Apanda A60 para liberarlo y preparar mi huida a Simyo. Lo primero que hice fue darme una vuelta por los foros de Htc Manía para el Bostón, para ponerme un poco al día en el tema de instalar Apanda. Una vez liberado el teléfono hay que buscar una ROM con una versión de Android más recientita, que Apanda nos deja en la 1.6.
El último año estuve con la ROM CML 1.3 (sobre 2.1), pero tenía ganas de probar una versión realmente actual de android, y saber también si mi pobre Boston es capaz de soportarla. Así que me fui a Cyanogen, y a través de los pasos del foro de HTC manía la metí a bastonazos en mi teléfono. Cambié el lanzador que trae por defecto por el austero Zeam Launcher y dejé una interfaz muy limpia y sencilla (y muy ligera con los recursos, por supuesto).
Un sólo escritorio, con el ojo de gran hermano de fondo. Únicamente tres accesos directos, uno a las aplicaciones, el otro a Quick Settings, una estupenda aplicación que permite controlar de un plumazo conexiones, sonidos, brillo y consultar memoria, sin tener un widget corriendo siempre detrás, y google gesture search, mi google desktop para android. Si no lo tenéis instalado ir corriendo al market, por dios.
En cuanto a las demás apps la propia ROM ya traía Superusuario, que concede permisos de root a las aplicaciones que vayas necesitando, un Terminal que me hizo mucha gracia y ROM Manager, el cual ya he usado para la primera actualización y te evita muchos de los peligros de este tipo de procesos de personalización en teléfonos con android. Añadí RemoteDroid para gestionar mi PC desde el móvil tanto en Linux como en Windows, y las típicas, Twicca, Whatsapp, Gmail, Reader, Maps, Dropbox, Evernote y Ubuntu 1. Mención especial a Swype, el teclado más peculiar y al que en cuanto te acostumbras ya no puedes cambiar por ningún otro.
Y ahí está mi Orange Boston, con la 2.3.7 y muy muy fluido. De momento incluso más rápido que antes. Este cacharro no deja de sorprenderme.